Adiós a la primavera y bienvenida al verano a golpe de tormenta. La que viene de arriba, de las nubes, es terrible, que se lo pregunten a los vecinos y vecinas de Zumaia, pero la que viene de Madrid, amenaza con ser peor, mucho peor, con efectos mucho más devastadores si acaba por caer. Hablar de “un divorcio duro” en el caso del candidato de Vox en Valencia, Carlos Flores Juberías, no es sólo frívolo, es una muestra de desfachatez por parte del candidato a la presidencia del Gobierno del Estado por el PP, Alberto Núñez Feijóo. Ya se le ha respondido desde muchas tribunas, pero es una frase que da miedo, y mucho. No sólo porque intenta justificar una barbaridad, sino porque abre la puerta a más y más justificaciones. Sus socios de Valencia creen que no existe, como si la violencia machista fuera cuestión de fe y no una realidad criminal que mata, que anula, que destroza a las mujeres. No señores, no es cuestión de fe, no vale con rezar un Avemaría. No creer en la violencia machista demuestra a las claras lo que hay detrás de unas siglas que firman una pancarta gigante con la que un voto, eso sí, muy español, aplasta a mujeres, movimientos sociales, al colectivo LGTBI... Me suena la historia y duró 40 años. El PP les conoce, comparte mesa en Valencia. No se despisten.
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