El brutal asesinato de Lourdes del Hoyo a manos de su expareja esta semana en Orio vuelve a poner en primer plano el debate sobre los límites del periodismo a la hora de mostrar los aspectos más impactantes de las noticias. En esta ocasión, el asesinato ha tenido lugar en la vía pública y a plena luz del día, lo que ha permitido acercarse al horror del suceso con una crudeza que no es posible cuando hechos similares acontecen en la intimidad del hogar. Es ante este tipo de acontecimientos cuando se pone en juego la responsabilidad social de los medios de comunicación, ese difícil equilibrio entre el deber de informar y el necesario respeto a los sujetos de la noticia. Un ejercicio de empatía y respeto contra el que colisionan necesidades cada vez más apremiantes como la urgencia por transmitir la noticia o la competencia por llegar primero. En la medida en que las imágenes son una parte esencial de la información, los medios tenemos la obligación de reflexionar sobre el impacto de lo que mostramos antes de pulsar el botón de publicación, siendo conscientes de que no existen recetas únicas para todos los casos. Mientras un suceso como el de Orio puede exigir una mirada lejana, otros, los de tipo político por ejemplo, lo que requieren es que las imágenes sean explícitas. En cualquier caso, el debate ya trasciende a los medios y nos interpela como individuos cuando en nuestro móvil recibimos vídeos o fotografías como los que han circulado esta semana. ¿Eliminamos o reenviamos?