Nunca había deseado tanto que me llegara un mensaje, ese mensaje… Pero esta vez no llegó. Se había apagado tu luz, esa con la que nos habías iluminado durante tantos años. Sí, todos estos años en los que nos has dado tanto sin pedir nada a cambio. Y, pese a que anoche jugó la Real, tu querida Real, hoy tampoco, como sucedió el domingo, acompañará a estas páginas el imprescindible Beaterio, artículo que hemos disfrutado durante más de 17 años en el que siempre relucía tu ingenio, con esas buenas dosis de acidez, ironía y diversión, a la vez que ternura, y tu incondicional amor por los colores txuri-urdin. Ayer tuvimos la oportunidad de darte un último adiós que se convierte en un hasta siempre porque tu legado perdurará... y seguro que cala en las nuevas generaciones. Lo dicho, no hay sensación más amarga que la de que te den plantón en una cita en la que nunca te han fallado. Y, por supuesto, tú no fallaste; mucho nos habías dado ya. Así que desde esta ventana a la –a veces cruda e inexplicable– realidad trataremos de seguir dando continuidad a todos esos valores que transmitías y nos inculcaste, como echar una mano sin que te la pidan. Apunte con brillantina: echaré mucho de menos tus mensajes... Pocas palabras bastaban para decir tanto. Hasta siempre, Mujika, maestro.
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