La experiencia acumulada me hace concluir que muchas de las leyes que tenemos, a menudo han sido redactadas por “cuatro iluminados sentados en una mesa”, sin duda abstraídos de la realidad. Teorizando. Esta conclusión la hemos sacado personas corrientes alrededor de una mesa. Alguna de ellas víctima asidua de los desvaríos redactados sobre el blanco papel que lo soporta. Y así vamos. Hiperregulados. Con leyes que no podemos cumplir en toda su dimensión, con cláusulas y enmiendas añadidas para contentar a facciones políticas, grupos de interés, y algún imbécil también, sin reparar en la sinrazón que a veces provocan. Leyes inabarcables, que se pisan y solapan, que hacen y deshacen sobre la misma materia, que chocan. Sepa usted que si quiere tirarse un pedo, probablemente esté recogido ya cómo hacerlo, sino en una ley o directiva europea, en alguna ordenanza local, con sus correspondientes sanciones por incumplimiento. O quizá la estén redactando ahora. En este mundo de tira y afloja, donde marcan la agenda los más implicados en su propia causa, los extremos, los que más dan la caca. En una política de activistas para activistas, de gritos y aplausos, rigurosamente medidos con sonómetro. Por cierto, la Semana Santa, de lujo. Incumpliendo, como no podía ser de otra manera.