Del asombro que nos ha causado el sistema de inteligencia artificial GPT-4 por su avanzada capacidad de replicar habilidades intelectuales de los seres humanos como son la escritura o la creación gráfica hemos pasado al temor por los peligros que un desarrollo descontrolado de esta tecnología puede acarrearnos. No es un augurio de colectivos tecnófobos o de grupos reaccionarios hacia el progreso. Lo acaban de expresar a través de una carta pública intelectuales y expertos en inteligencia artificial, con Elon Musk como figura más conocida, para pedir a los laboratorios que detengan el entrenamiento de estos sistemas durante un periodo de seis meses mientras se desarrollan protocolos de seguridad compartidos y auditados por especialistas independientes. Si no lo hacen, exigen a los gobiernos que impongan una moratoria. El escrito formula preguntas inquietantes sobre escenarios que impactan de lleno en nuestro bienestar y en nuestra seguridad. “¿Debemos arriesgarnos a perder el control de nuestra civilización?”, se llegan a cuestionar los firmantes del escrito. Se dice que lo que hace buena o mala la tecnología es su uso, lo que en absoluto es un consuelo cuando hay seres humanos por medio. Algo tan humano como el sentido común escasea frente a pasiones tan humanas también como la codicia o el poder. Confiemos en que no tengamos que aprender la lección de manera práctica como con la bomba atómica.
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