¿Se beberían un vino de 1.700 años? Cada cierto tiempo se plantea esta pregunta en la red, aunque la botella en cuestión lleva ya más de 150 años pasando de mano en mano sin que nadie se haya atrevido a romper el sello que mantiene su brebaje cerrado herméticamente. Hasta que fue descubierta en 1867 en una tumba romana de una excavación arqueológica cerca de Speyer, en Alemania, este recipiente de cristal había permanecido enterrado, perdido en las entrañas de la tierra desde que fuera embotellado, allá por los años 325-350 d.c. Los científicos presuponen que es vino, “el vino extraído de uva más antiguo del mundo”, presume el museo del vino de la ciudad alemana, donde se puede contemplar el extraño caldo en el que se ha convertido lo que antaño era vino con el paso del tiempo. Todavía se mantiene líquido gracias a la espesa capa de aceite que ha evitado su evaporación y al tapón sellado. Especias, miel, aceite y ¿vino? son algunos de los condimentos que se hallan en su interior, según la tradición romana, aunque lo excepcional es que se embotellara en cristal y que haya llegado hasta hoy sin romperse. Nadie lo ha probado, aunque se podría hacer si, en algún momento, se decide abrir la botella. Otra cosa, claro, será el sabor que tenga.