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Mesa de Redacción

Carlos Marcos

Cuarto asalto

Cuarto asaltoN.G.

Y pasan los Reyes, pero literal, de ti. Que has puesto los zapatos junto al árbol, pero te despiertas la mañana del 6 y no hay ningún regalo allí para ti. Que si seré sonámbulo y he mirado antes de tiempo, que si les doy otro ratito, que si se habrán retrasado, piensas, al ver cómo entra el solazo por la ventana y se escucha una algarabía de chavales y padres estrenando regalos en el parque. Compruebas, claro, que esa noche ni siquiera echaste el doble tranco para facilitarles la entrada, que los Reyes son Magos pero no tienen por qué saber técnicas de butroneo, y asumes lo que no queda más remedio. Así que recoges los zapatos y al rato te pones ya con lo más difícil de la Navidad, que es guardar toda esa parafernalia de luces y demás gaitas, que no cuesta nada sacarlas de la caja pero el esfuerzo se multiplica por diez, por veinte y por mil cuando toca recogerlo todo. Que la Navidad se ha acabado. Así que desayunas un trozo de roscón seco de ayer, coges el bus y vuelves a la rutina, a tu sitio en el curro, y te encuentras en tu mesa, oh sorpresa, con un misterioso paquetito. Ah, vale, que Melchor, Gaspar y Baltasar saben dónde pasas más tiempo. Ilusionado, lo abres... pero es un trozo de carbón. El primero que recibes en tu vida. “Pero dulce”, te chiva Carolina entre risas. Y ya solo faltan once meses para volver a empezar.