Esparza ha decidido. El presidente de UPN ya ha comunicado su intención de concurrir en solitario en las próximas elecciones. Un apuesta personal que ha dejado al alcalde de Pamplona en una situación incómoda con sus concejales de la coalición Navarra Suma que no pertenecen al partido. “No pasa nada”, dice Maya. “La relación seguirá siendo igual, estupenda”, afirma aún cuando todavía no ha hablado con los susodichos, que como todos los miembros del PP y Ciudadanos en Navarra se han enterado por la prensa de la ruptura de la coalición. Esparza ha echado cuentas, como antes hicieron sus precedentes en la presidencia del PP, y ha enarbolado la bandera regionalista que había dejado a un lado en los últimos años para intentar recuperar un sillón que, desde su punto de vista, lleva demasiado tiempo fuera del alcance de UPN. Mejor solos que mal acompañados. Esparza ha mirado encuestas y ha echado la vista atrás en ocho años de oposición en los que se ha quedado sin voz propia en Madrid y ha tenido que lidiar con la disidencia dentro de su propio partido. Ahora busca tratar de salvar los muebles en lo que puede ser su última oportunidad de llegar a la presidencia navarra, para acabar lo que para él sigue siendo una anomalía anecdótica sin tener en cuenta la verdadera diversidad de Navarra. l
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