El Raval de Barcelona, Tetuán en Madrid, Los Pajaritos de Sevilla y otros barrios de mala fama salen de vez en cuando en la televisión por peleas a machetazos. Veo las escenas con sorpresa, como quien contempla una película, con la pantalla de por medio y sin más preocupación que cierta solidaridad por los vecinos de estas zonas. Pero empezar la semana con los vídeos de unos tipos armados de machetes en pleno el Boulevard donostiarra, junto a una de las pocas discotecas que hay, da verdadero miedo. Están más cerca y somos egoístas. Igual que cuando leo que un porcentaje de conductores van drogados y circulan con los demás por las carreteras. Deduzco que los señores que se van a una discoteca armados son delincuentes porque para qué necesitan cuchillos si van a bailar o a ligar. Alcohol y armas blancas dan como resultado un coctel indecente, que quita las ganas de pasarlo bien a cualquiera. ¿Con qué cuerpo va ir una persona a una discoteca pensando que el de al lado baila con el cuchillo escondido? La ley dice que no se pueden llevar navajas de más de once centímetros, ni automáticas, ni tampoco machetes. Pues habrá que hacer controles de armas por las noches. Y detener a los infractores. Será la única forma de que no salgan a bailar.