Las elecciones municipales están a la vuelta de la esquina, lo que quiere decir que los temas que lideran el ranking de las principales preocupaciones ciudadanas van a ser manoseados con profusión como arma de desgaste de los que ahora gobiernan y elemento de atracción de los votantes. Por supuesto, en lo alto del top ten se encuentran la inflación y el coste de la energía, porque solo la salud está por encima de lo que atañe al bolsillo. Pero en el caso de Donostia, no hay que ser adivino para saber que el turismo va a ser uno de los asuntos estrella del debate electoral, con gran capacidad de polarizar posiciones y proclive a la demagogia fácil cuando el discurso no pasa la prueba del algodón del que le toca gobernar. Pero la estrategia del avestruz tampoco es buena consejera ante un asunto que está en boca de los donostiarras, como no ocurre en otros lugares del territorio o de Euskadi, donde la llegada de visitantes es vista con esa simpatía que se desprende ante la novedad de ser elegido por gentes de otros lejanos. No es casualidad que San Sebastián Turismo haya convocado un concurso para crear una campaña publicitaria que hable a los ciudadanos de las bondades del turismo. Como hemos informado esta semana, en el pliego se enumeran aspectos positivos y negativos del fenómeno. Su mera enunciación ya delata la existencia del problema, que no se volatilizará por la habilidad y el ingenio de los creativos publicitarios.