¿Qué hacen los niños con los caramelos que hay en mitad de la mesa cuando el profesor se va y creen que nadie les mira? La prueba de la golosina tiene 20 variantes en Psicología pero en todas subyace la misma dicotomía: la satisfacción inmediata frente al bien superior pero de futuro incierto. Coger, comer y disfrutar del caramelo cuando el vigilante ha salido de clase, además de responder a lo que el cuerpo pide, olvida que siempre llega un futuro. Un futuro que se complica si, a diferencia del experimento del caramelo, viene de un pasado doloroso. Víctimas del nazismo alertan del retroceso de derechos humanos en algunos países de Europa. Aquellas víctimas, que no solo eran judías, mueren. A la par que el calendario se aleja de los destructivos años 30 y 40 del siglo XX, no queda nadie para alertar. Vale el ejemplo para cualquier futuro que se quiera construir allá donde hubo un pasado atroz. El profesor se marcha del aula y los caramelos del centro de la mesa con forma de soluciones fáciles a problemas complejos son una gran tentación. Como los niños, las sociedades también tienen edad de madurez. La veremos. Decir que hay que educar para que las generaciones venideras no repitan lo sucedido es más fácil que hacerlo. Y mucho más fácil que conseguirlo. l
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