Teléfono desconocido. Es una llamada comercial; esta vez del Reino Unido. Escucho, como siempre, pero pronto tomo una determinación: “No me interesa, gracias”. La mujer al otro lado del teléfono insiste. Dice que escuche la oferta entera y decida entonces. “No me interesa”, reitero. Se lo tengo que repetir una tercera vez, y entonces me llama por mi nombre, Mikel, y parece mi colega. En cuanto me reitero en el “no me interesa”, cuelga el teléfono de sopetón, dejándome con la palabra en la boca. Ayer, otra: una operadora de mi anterior compañía energética me dice que estoy haciendo “las cuentas mal” y me planta de aquella manera. Solo porque he decidido no aceptar su contraoferta. En cuanto he firmado la luz a 0,16 euros el kwh con otra comercializadora, la misma compañía que me la cobraba a 0,24, me la ofrece a 0,14. Le pedí dos días para pensarlo y le he respondido que no: que me voy. No le ha debido hacer gracia. Me dice que “un céntimo es mucho” y que voy a pagar 40 euros más al mes. Le respondo que yo hago las cuentas con respecto a lo que pagaba antes (0,24), que a 0,16 ya voy a ahorrar y que no voy a echarme atrás ahora por un 0,14. “Usted siga así, yo cierro la ficha y sigo trabajando”, me dice. Y cuelga. Y yo me pregunto: ¿qué mierda de mundo estamos haciendo? l
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