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Mesa de Redacción

Carlos Marcos

Sin luces

Sin lucesN.G.

En Urruña han apagado las farolas que iluminaban sus calles. Cuando es de noche y acojona ir por la calle a tientas, los vecinos pueden encenderlas a través de una aplicación del teléfono móvil que geolocaliza su ubicación y activa el alumbrado público de esa calle durante 15 minutillos. La medida, dicen, sirve para ahorrar dinero y es muy ecológica. Otra cosa es la seguridad, añado yo. Las calles, parques y aparcamientos a oscuras son habituales cómplices de delitos y robos. Lo primero que piden los vecinos en caso de inseguridad es luz, porque las farolas protegen a las personas, pero también los vehículos aparcados, los comercios y el mobiliario urbano. Nos contaron en su día que las bombillas led eran toda una revolución porque permitían ahorrar como mínimo el 80% de la factura, pero parece que ya no es suficiente y nos dejan las calles a oscuras. La iniciativa, que seguro que no tardan en imitar en otros pueblos y ciudades, además de obligarte a ir con el móvil a todas partes, abre las posibilidades a un peligroso apartheid lumínico que deja al forastero a oscuras o que, en una futura actualización, encienda la farola solo al vecino que está al corriente del pago de impuestos o incluso empiece a cobrar un peaje por farola encendida: a más pobre y más en el extrarradio vivas, más pagas porque también te dirán que contaminas más y sale más caro iluminarte el camino.