N o lo había oído nunca. Hacer pis en una botella de litro y medio para no interrumpir el viaje por carretera. Camioneros apurados de tiempo, que en vez de perder 10 minutos en una parada, deciden embocar la cola en el morro de la botella cada vez que aprietan las ganas y estrujar vejiga hasta que el recipiente no da más de sí. La cosa tiene su miga. Imagínense: un ojo en las maravillosas curvas de nuestra N-I, y el otro donde ustedes ya saben, con tacto fino, para que no salpique. Y sucede que cuando se llena la botellita de marras, suele haber lugares propicios en los que abrir la ventanillla y, ¡zas! Pues bien, uno de esos puntos limpios está justo encima de un lugar en el que transita gente. Y me cuentan que hace poco, un caballero tuvo el gusto de ver cómo caída en directo una de estas doradas botellas desde la autovía. Por suerte, sin atizar a nadie. Dicen los habituales de la zona, acostumbrados a convivir con el tráfico rodado sobre sus cabezas, que no es la primera vez que llueven cosas desde la carretera. Y que unas pantallas antirruido, más que para evitar molestias, que también, vendrían bien para que estos apurados transportistas elijan otro lugar en el que depositar sus residuos. Vale que meen en marcha, que no se limpien las manos, pero que reciclen el recipiente, ¡por Dios!
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