Para la mayoría de los humanos ya ha terminado el periodo de vacaciones, la rutina vuelve a instalarse en los hogares con los trabajadores retomando su horario laboral y los estudiantes volviendo a las clases. Este reencuentro con los horarios y calendarios establecidos se nos puede hacer un tanto cuesta arriba hasta que volvamos a coger el ritmo. Pero los humanos no somos los únicos a los que este cambio de ritmo afecta.

Quienes vivan con mascotas, gatos y perros en su mayoría, habrán podido observar que en ocasiones, cuando ya septiembre se encuentra mediado, nuestras mascotas sufren cambio en su comportamiento. Esto suele ser muy significativo en los perros. Volver a las costumbres previas a las vacaciones supone que humano y animal pasen menos tiempo juntos, que esos largos paseos y el tiempo de juegos en común se reduzca significativamente, además de que puede tener que pasar más tiempo solo en casa.

Algunos perros desahogan su ansiedad mordiendo y rompiendo diversos objetos. Freepik

Esta falta de atención, desde su punto de vista, puede hacer que aumenten sus niveles de estrés, provocando cambios en su comportamiento. Entre las alteraciones más habituales de las mascotas destacan la hiperactividad, trastornos en la alimentación (tanto comer con ansia como una perdida de apetito), llantos o pérdida de control de los esfínteres en animales que ya estaban enseñados en caso más extremos. También puede agudizarse, o aparecer, la ansiedad por separación, según indican Mariam Bouzid y Paz Belinchón, veterinarias y colaboradoras de Santévet, especialista en seguros de salud para mascotas.

Esta expertas explican que “durante las vacaciones de verano las mascotas suelen realizar más ejercicio, sin horarios establecidos, rodeadas de constantes estímulos, y disfrutando de más tiempo con sus dueños. En cambio, en septiembre de repente se encuentran con una rutina mucho más tranquila, lo que genera que no sepan qué hacer con ese exceso de energía y se muestren hiperactivos, reclamen más atención y mordisqueen o destrocen juguetes u otros objetos que encuentren a su alcance”

Ante esta situación, las veterinarias recomiendan que la vuelta a la rutina sea lo menos traumática posible, retomando de forma progresiva las rutinas de alimentación, de paseos, tiempo de juego juntos. Puede que sea necesario volver a reeducarlos con premios y paciencia.

Ojo, que igual es otra cosa

Pero Bouzid y Belinchón también advierten de que estos síntomas, “decaimiento, una falta de apetito o una incontinencia” se achaquen a un estrés posvacacional “cuando realmente pueden deberse a alguna enfermedad”, por lo que es más que recomendable visitar al veterinario al para confirmar la buena salud de la mascota, ya que puede haber contraído alguna patología endémica de la zona visitada, y será necesario valorar la necesidad de hacer analíticas de sangre que descarte enfermedades tales como la leishmaniosis y la filariosis, transmitidas por flebotomo o por mosquito, así como otras enfermedades infecciosas transmitidas por garrapatas, de las que este verano ha vuelto a haber plaga.

A lo largo de todo el año “es necesario desparasitar interna y externamente nuestros animales”, pero especialmente si durante las vacaciones ha pasado mucho tiempo en el campo realizando una revisión exhaustiva de los oídos, las uñas, la boca, la piel, el pelo y también un control del peso, para confirmar que se encuentra sano.