Por casarse - ¿De quién es la culpa de la radiotelegrafiada interrupción de la relación matrimonial (sic) de los exduques de Palma. De ella, por casarse con quien debió tener como amante, contesta desde ABC Salvador Sostres supurando caspa a raudales: "Tener amantes y cazar elefantes es lo que los reyes hacen aunque las histéricas del resentimiento se exciten tanto de envidia y de fascinación que no les quede sangre en el cerebro para entenderlo. Es mucho más grave que una infanta se case con un jugador de balonmano. Si tanto le gustaba, podía haberlo disfrutado en la intimidad, sin complicar el futuro de su padre ni de su hermano".
Se lo buscó - Mayte Alcaraz clava también su pluma contra Cristina de Borbón en El Debate: "Si viviera, mi abuela diría que en el pecado lleva la penitencia. Estando en la mano de la infanta aminorar el daño a la Corona por el caso Nóos, nunca hizo el más mínimo gesto en defensa de la institución y solo cerró filas con su esposo, menoscabando así gravemente el prestigio de la Monarquía indeleblemente unida a la ejemplaridad familiar".
Intereses personales- Armado del mismo revanchismo, el requetemonárquico Eduardo Álvarez pasa la factura en El Mundo: "Antepuso sus intereses personales, el amor que sentía por su esposo, la estabilidad de su propio núcleo familiar, a las shakespearianas razones de Estado y la preservación de la Monarquía. Muy bien. Pero es que también se negó a tener ese gesto que la hubiera dignificado, viéndose como se vio envuelta en un asunto tan grave que la obligó incluso a sentarse en el banquillo: renunciar a sus derechos dinásticos, para sí y para sus sucesores".
Anson al rescate - Se preguntarán si nadie la defiende. Y sí miren, el caballero andante Luis María Anson sale en su auxilio en La Razón: "Doña Cristina mantuvo una conducta admirable. Estuvo siempre al lado del padre de sus hijos. Se portó con él de forma que provocó el elogio general. Fue en todo momento impecable. Su abuelo Don Juan se hubiera sentido orgulloso de ella, como lo estaban su padre Don Juan Carlos, su madre Doña Sofía y sus hermanos. Tras 25 años, se ha quebrado el matrimonio de una infanta admirable, que sigue manteniendo su buen sentido, en medio del torrente mediático".
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