La temporada veraniega, a estas alturas, ha dejado su huella en la mayoría con un aspecto capilar ligeramente descuidado. La transición hacia la rutina cotidiana puede resultar desafiante, pero aún más complejo es recuperar la vitalidad capilar que disfrutábamos al inicio del verano. Sin embargo, no es un objetivo inalcanzable. 

Uno de los aspectos más relevantes es la disyuntiva de cortar o no el pelo. La idea de despedirse de las puntas desgastadas puede ser tentadora, pero este enfoque solo aborda parte del problema. Al cortar las puntas solucionaríamos únicamente el aspecto externo, mientras que el resto del cabello podría seguir luciendo seco y áspero. En la actualidad contamos con una variedad de tratamientos que abordan este problema y que son efectivos de forma gradual.

El punto de partida es el lavado y el champú. El compuesto limpiador, la base fundamental de cualquier champú, es el agente encargado de erradicar la acumulación de impurezas y el exceso de sebo sin causar daños al cuero cabelludo. Las propiedades adicionales emergen gracias a aditivos tales como agentes generadores de espuma, agentes hidratantes y elementos reconstructores.

Durante el lavado, hay que prestar atención al masaje. Debe ser enérgico para disolver la suciedad y el exceso de grasa, pero a la vez hay que tener cuidado para evitar daños o roturas. También se recomienda aclarar abundantemente con agua tibia para facilitar la absorción del tratamiento posterior. A la hora de escoger el champú, existe una gran variedad según las necesidades:

  • Los champús hidratantes poseen un reconocimiento generalizado y son los más demandados. Su propósito se manifiesta en su nombre: proveer hidratación. No son los más efectivos para los cabellos extremadamente dañados, pero sí como complemento junto a los reparadores. Son ideales para melenas desecadas o deshidratadas por la exposición solar o el cloro, sin alcanzar el punto de daño irreversible.
  • Los champús reestructurantes ostentan la capacidad de reavivar las hebras capilares, infundiéndoles fuerza y elasticidad. Están especialmente indicados para cabellos deteriorados que, a pesar de su delgadez, anhelan irradiar una apariencia de solidez.
  • La tendencia hacia los champús naturales ha cobrado impulso debido a su creciente demanda. Estos productos incorporan aceites vegetales que aportan suavidad y brillo, a la par que realizan una limpieza delicada.

Los Tratamientos

Tras el champú, la siguiente fase implica tratamientos específicos. Existen numerosos productos y formatos: mascarillas, cremas, acondicionadores, lociones, geles, espumas y sueros. Las mascarillas son cruciales para la regeneración capilar. Su aplicación requiere atención y seguimiento de las indicaciones del fabricante. Si no se les permite actuar durante el tiempo necesario, los resultados serán superficiales y temporales, desperdiciando así el potencial del producto. Si la paciencia es limitada, los acondicionadores o las mascarillas ultrarrápidas son alternativas viables, aunque menos efectivas.

El proceso de aplicación de tratamientos es sencillo, pero a menudo se lleva a cabo de manera apresurada. Casi todos los productos incluyen instrucciones y tiempos de exposición recomendados para que los principios activos puedan actuar en el cabello de manera efectiva. Antes de proceder con la aplicación del tratamiento es aconsejable eliminar el exceso de agua de las hebras. Un cabello empapado tiene una capacidad de absorción limitada, lo que puede dificultar que los ingredientes activos penetren en profundidad y surtan efecto. 

Además, es importante recordar que una prolongación excesiva del tiempo de aplicación de la mascarilla capilar no garantiza necesariamente resultados superiores. En realidad, un exceso de producto podría tener un efecto contraproducente al sobrecargar las hebras, generando una sensación de pesadez en lugar de intensificar los beneficios previstos. La clave radica en seguir las indicaciones del producto y respetar el tiempo de actuación recomendado para lograr un equilibrio entre los nutrientes suministrados y la capacidad de absorción del cabello.

Un truco con papel film

Cubrir el cabello con papel film mientras el producto hace efecto puede marcar la diferencia en cuanto a eficacia. El papel film crea una especie de barrera microclimática que mantiene el calor corporal cercano al cuero cabelludo y las fibras capilares, favoreciendo la apertura de las cutículas y permitiendo que los componentes activos penetren de manera más efectiva. Este sencillo paso puede marcar la diferencia entre un tratamiento capilar estándar y uno verdaderamente revitalizante.