a plaza Iparragirre de Urretxu, al igual que el resto de las plazas y calles de nuestros pueblos, está más triste que nunca: no hay niños jugando con balones, patines y bicicletas, el bar Navarro ha tenido que recoger su terraza... Hasta la estatua de Iparragirre está triste. Como estatua que es, tiene permiso para estar en la calle, pero se encuentra sola. Además, el dichoso coronavirus ha tenido que aparecer justo el año en el que se estaba celebrando el 200º aniversario del nacimiento de Iparragirre... Afortunadamente, dos niños han salido al rescate de Iparragirre y de los vecinos que salen a hacer la compra a la panadería de Mila y al Eroski: los hermanos Eleder e Irati Bilbao han decorado su balcón con globos de colores y mensajes de ánimo y están consiguiendo sacar una sonrisa a todos los viandantes.

Eleder e Irati viven en el segundo piso del número 11 de la calle Iparragirre. Su madre, Ainhoa Galende, es técnica de rayos en el hospital de Donostia. Su padre, Iker Bilbao, trabaja en la planta de Sidenor en Azkoitia. Han explicado a sus hijos qué es el COVID-19 y por qué no pueden salir de casa y lo han entendido perfectamente.

Para pasar el rato, están haciendo de todo. Como el resto de las familias que disponen de balcón, están pasando más tiempo que nunca en este espacio de la casa. ¡Ni se imaginaban que un balcón se puede utilizar para tantas cosas! "Tenemos un balcón bastante largo, que nos permite llevar a cabo distintas actividades. El miércoles jugamos a kaskara-joku con rotuladores y con cubos, el jueves jugamos a bolos con los cartones de los rollos de papel higiénico y una pelota... También hemos disfrazado a Irati de masai, para un proyecto del colegio", explica su madre.

Eleder comenta que también han jugado a fútbol en el balcón. "¡El balón se nos cayó a la calle y un perro lo chupó!", recuerda. "El chico que estaba con un perro se ofreció para devolvernos la pelota, pero le dijimos que ya iríamos nosotros a cogerla. La cogió el aita cuando fue a hacer la compra y ¿qué hizo después la ama? Lavarla bien", recuerda Galende.

Añade que los niños lo están llevando bien. Para ello, intentan organizar bien la jornada y echarle imaginación. "Por las mañanas hacen las tareas y juegan. Después de comer, tomamos el café en el balcón y echamos la siesta. Después, jugamos un poco y a las 20.00 horas salimos al balcón otra vez a aplaudir a los sanitarios".

Una de las cosas que peor llevan es no poder estar con sus abuelos. Los abuelos también les echan en falta, por supuesto. Estos días se están comunicando mediante videoconferencia. Eleder e Irati aprovechan este reportaje para mandarles un beso. ¡Ánimo, que ya queda menos para volver a estar juntos!