Tolosa - Desordenado en su discurso, algo caótico, pero muy afable, simpático y dueño de una memoria prodigiosa. Matxin Labayen tiene grabadas a fuego las palabras de su primer profesor de pintura, Ascensio Martiarena: "Si no eres buen dibujante, nunca serás un buen pintor". Y está al corriente de todo lo que ocurre en el mundo, desde el reciente homenaje a Gregorio Ordóñez hasta los últimos embates en Irak. "Las guerras son lo peor que hay, detesto la violencia y respeto todas las ideas", manifiesta el artista tolosarra en una entrevista en la que repasa su vida. El sábado se presentará (a las 12.00, en el salón de plenos) el libro fotográfico de Joseba Urretavizcaya y en el Palacio Aranburu se podrán ver 60 de sus obras.

Un libro, una exposición... ¿a estas alturas vamos a conocer algo más de Matxin Labayen?

-El libro aún no lo he visto... En la exposición la gente va a poder ver 60 cuadros, donde hay de todo; paisajes vascos, de Castilla, Marruecos, París y Madrid. Se puede decir que es una exposición universal, un resumen de toda mi vida. Estoy contento, a ver si vendo algo... (risas) Es difícil, porque desgraciadamente el arte interesa poco.

Lleva toda la vida pintando... ¿cuándo empezó?

-Llevo pintando 70 años. Cogí los primeros pinceles con cinco años. El arte es algo con lo que se nace. Como decía Leonardo Da Vinci, es un trabajo mental y espiritual.

¿Le viene de familia?

-Mi padre, Antonio María Labayen, fue alcalde de Tolosa durante la II República. Fue miembro de Euskaltzaindia y tocaba el violín. Mi madre sacó el título de piano en Madrid con 20 años. He tenido la suerte de criarme en un ambiente de cultura y poder hacer lo que he querido, algo que la mayoría de la gente no puede decir. He pintado más de 5.000 cuadros.

¿Cómo recuerda su niñez?

-Cuando estalló la guerra, en el año 36, nos tuvimos que exiliar a Sara. Allí estuvimos hasta 1939 y luego nos desplazamos a San Juan de Luz, donde estuvimos hasta 1945. Tengo buenos recuerdos, era feliz.

¿Y cuándo regresaron del exilio?

-Volvimos a San Sebastián en 1945 cuando yo tenía catorce años y estudié con los Jesuitas en el colegio de Ategorrieta. Mi primer profesor de dibujo fue Don Vicente Cobreros y después di clases con Ascensio Martiarena, en Ategorrieta. Tenía muy mal genio, pero es necesario para imponer respeto. La etapa clave fue en el 53, cuando me destinaron a la zona del protectorado español en Marruecos a hacer el servicio militar. Allí descubrí la luz, descubrí el color en Ceuta, Tetuán... Es un país maravilloso. Volvería encantado y también me gustaría conocer Jerusalén, por muchos motivos.

Vivió un tiempo en París...

-Fui a estudiar pintura en 1966 a Academia de Bellas Artes. Me gusta mucho París, soy muy afrancesado. Me parece que todo pintor que se precie tiene que conocer París. Londres, en cambio, no me gusta, ni los ingleses. Después, en el año 1967, fui a estudiar a Madrid.

Trabajó en gráficas Laborde y Labayen, pero después abrió su academia de dibujo en Tolosa...

-En el año 70 puse en marcha en mi casa una academia de pintura infantil. Siempre quise ser maestro, pero mi padre me mandó a la fábrica. No me gustaba nada. En cambio, ahora, los jóvenes pueden estudiar lo que quieren.

¿Cómo definiría su estilo artístico?

-Impresionista. Soy de cultura francesa. Me gustan todos los pintores impresionistas; Manet, Monet, Van Gogh... pero sobre todo me gusta Gauguin. Era un tanto esquizofrénico, pero pintaba de maravilla. Como pintor español me gusta Sorolla. Y cómo dibujaba Dalí... todos los grandes maestros han sido grandes dibujantes. Si no dibujas, no puedes ser pintor.

¿Se considera más dibujante o pintor?

-Sobre todo, dibujante. Me lo dijo mi primer profesor, Don Ascensio Martiarena: "Si no eres buen dibujante, nunca serás un buen pintor". Gran dibujante fue Walt Disney, ¡como dibujaba ese tío! He visto todas las películas de Disney: me hacen soñar y me hacen feliz.

Su padre fue alcalde de Tolosa y su hermano fue un histórico militante jeltzale, alcalde de Donostia y consejero de Cultura... ¿a usted por qué no le ha interesado la política?

-Soy apolítico y generalmente lo somos todos los artistas. Siempre me ha parecido que la política es sucia; hay que mancharse. Detesto la violencia y respeto todas las ideas. Mi hermano era muy popular, le conocía mucha gente. Era del PNV, pero muy amigo de Gregorio Ordóñez.

¿Discutía de política con su hermano?

-No hablábamos de política y no discutíamos. Hemos sido dos hermanos y nos hemos llevado bien siempre. Él pintaba soldados de plomo preciosos y algunos están en la Casablanca; se los compró el político americano Henry Kissinger. A mi también me gustaría tener alguno como recuerdo y se lo pediré a mi cuñada.

¿Sigue dibujando?

-Sí, lo que puedo. A la calle ya no salgo, porque me fatigo. Algún día lo dejaré, cuando ya no esté aquí, pero ya se sabe... genio y figura hasta la sepultura, aunque no seré yo quien diga que soy un genio.