La decisión de abrir una franquicia de la multinacional estadounidense Hilton en el Bellas Artes pone fin a una historia que viene de lejos, una vez cesó la actividad cinematográfica en 1982 y fue declarado en ruina económica 15 años después.

Con el ánimo de desbloquear la situación del edificio construido en 1914 entre sus objetivos principales, hace casi diez años se presentó una propuesta que permitía un nuevo uso al singular edificio propiedad de la Sade. Entre 2011 y 2013, la empresa planteó al Ayuntamiento, gobernado por Bildu, tirar el inmueble diseñado por Ramón Cortázar y reconstruirlo a la misma altura que el edificio contiguo y con más ventanas, siempre recuperando los elementos arquitectónicos más característicos, como la cúpula. Aquel proyecto de hotel de 92 habitaciones suponía una inversión de 20 millones de euros, y contemplaba aparcamiento, cafetería, restaurante y salones.

El Plan Especial de Protección del Patrimonio Urbanístico Construido (Peppuc) que presentó el edil Ricardo Burutarán catalogó al Bellas Artes en el nivel D, junto a otros 722 edificios con más valor simbólico que arquitectónico. Esta decisión, de la que Bildu terminaría rectificando en lo que se refiere al Bellas Artes, suponía que dichos inmuebles se podían derribar si se reconstruían manteniendo el estilo original. Hasta ese momento, el edificio de la esquina entre Urbieta y Prim estaba en el nivel C, que obligaba a que cualquier renovación respetara la fachada del cinematógrafo más antiguo del Estado.

La propuesta del Gobierno municipal provocó un movimiento contrario que recogería 10.000 firmas en pocas semanas, incluidos sectores de Bildu, y que terminaría liderado por Ancora, contrario a esa reducción de la protección del Bellas Artes. El proceso llegó al Parlamento Vasco y a los tribunales, mientras el Gobierno Vasco consideraba insuficiente la nueva protección que se le quería dar al edificio y lo declaró bien cultural. Dicha resolución del Departamento de Cultura sería anulada por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco en 2017.

A finales de 2013, el Gobierno municipal donostiarra, que rectificó en el caso del Bellas Artes pidiendo la protección C para el edificio, impidió derribar la cúpula -como pretendía el plan original- pero autorizó a vallar un edificio declarado en ruina económica en 1997. Mientras tanto, la aprobación definitiva del Peppuc en 2014 dejó al Bellas Artes en el mismo nivel C con los votos de PSE, PNV y PP, aunque con protección parcial que abría la puerta a la transformación del viejo cinematógrafo, que también acogió al Orfeón Donostiarra y la Orquesta Sinfónica de Euskadi.

En esa situación de bloqueo, la Sade reclamó al Ayuntamiento casi 14 millones de euros por considerar que la protección otorgada al inmueble le impedía llevar a cabo en él actividades rentables, algo que la Justicia también desestimó al entender que los planes de la propiedad se podían llevar a cabo.

Fue tras la decisión judicial de 2017 de retirar la declaración monumental que otorgó el Gobierno Vasco cuando se reactivaron los movimientos que, con la protección parcial en el nivel C del Peppuc, deberían respetar las fachadas, aunque daba otros márgenes como crear más ventanas o la puerta de acceso a un aparcamiento en la planta baja.

Entre 2019 y 2020 se vivió un nuevo enfrentamiento a cuenta del derribo parcial que solicitó la Sade, denegado por el Ayuntamiento y que se desbloqueó con la propuesta de rehabilitación que presentó la empresa a mediados de 2020, en plena pandemia del coronavirus. Una propuesta que se ajustaba al uso terciario que recoge el Plan General y que impedía, como también barajó la Sade, la conversión del edificio en viviendas con un cine en sus plantas 0 y 1, opción por la que el PNV abogó entre 2015 y 2019, sin apoyo plenario.

En marzo de 2021, el Pleno del Ayuntamiento aprobó un nuevo plan especial del Patrimonio Urbanístico Construido (Peppuc) con el voto en contra del PP, y las abstenciones de EH Bildu y Elkarrekin Donostia. Pese a las iniciativas de Áncora, desestimadas por la Justicia, las obras arrancaron a finales de 2021 y el edificio cuenta los meses para volver a abrir sus puertas. En este caso, como un hotel Hilton.