l hierro es muy duro". Esta frase obvia es, a la vez, una realidad y una metáfora del trabajo de los herreros, un oficio que cada vez tiene menos profesionales. La pronuncia Juan Mari Kortadi, de la Herrería Kortadi, la única que queda en la Parte Vieja. El negocio familiar que se remonta al menos a dos generaciones atrás y sigue al pie del cañón en la calle Juan de Bilbao, rodeado de bares. Es, además, de los pocos talleres manuales que se mantienen en la Parte Vieja, donde se pueden contar con los dedos de la mano.

Por ahora, Herrería Kortadi sigue trabajando. Reparar tenderetes, hacer rejas para iglesias, barandillas para balcones y otras piezas metálicas por encargo son algunas de las labores que se ejecutan día a día en talleres como en el de los hermanos Kortadi.

El local, de unos 70 metros cuadrados, tiene como protagonistas a dos yunques, entre otras muchas herramientas, y también un soplete porque la antigua forja hace tiempo que pasó a mejor vida. No es necesaria para las tareas que se ejecutan hoy, aunque sí el calor. Y con él, el necesario ventilador para bajar la temperatura.

Los yunques son "antiquísimos", recalca Juan Mari. Uno era de su padre y de su abuelo mientras que el otro lo adquirieron con el resto de material cuando cerró la Herrería Torres, situada muy cerca, en la calle San Vicente, al lado de lo que fue una colchonería, que se convirtió en un bar, como tantos negocios del barrio.

"Mucha gente viene a menudo a potear a esta calle y, sin embargo, no sabe que estamos aquí", señala Juan Mari, que trabaja con su hermano Xabier en el taller, un centro de trabajo que tiene su máxima actividad cuando los bares están cerrados o acaban de abrir y tiene la puerta cerrada cuando la clientela hostelera se agrupa en la calle. La muchedumbre, que ha estado en letargo en la pandemia, ha empezado a ocupar de nuevo esta calle, pero la herrería sigue siendo anónima para muchos.

Los fines de semana, en el apogeo hostelero de la también llamada Ikatz Kalea, Herrería Kortadi no trabaja. Puede que muchos jóvenes que pasan por el lugar ni siquiera sepan qué se hace en este tipo de taller.

Y esta denominación no oficial de Ikatz Kalea viene precisamente de las carbonerías que hubo en la calle, junto con otras industrias. Solo en la calle Juan de Bilbao, Juan Mari recuerda que existía, además de las carbonerías, una carpintería, una chatarrería, una imprenta y hasta un puticlub. "Nosotros éramos unos niños y veíamos la cortina gruesa, la abríamos y salíamos corriendo", recuerda. Eran otras épocas en la Parte Vieja, cuando había algún que otro club de alterne, distinguible por el cortinón, y también, prostitutas particulares en la calle.

Mientras pelea con los hierros calientes, que pueden alcanzar los mil grados de temperatura, Juan Mari, de 55 años, reconoce que le entristece que su oficio esté decayendo. "La verdad es que me da pena que desaparezcan estos oficios. Si sabes un oficio, sabes algo", dice. Y recalca que los viejos talleres pueden volver a ser muy necesarios si se cortan los suministros de las fábricas internacionales por cualquier motivo.

quedan pocos

Así, Herrería Kortadi mantiene su actividad de larga trayectoria en la Parte Vieja, como también lo hacen los electricistas y linterneros Zabala, de la calle General Etxague; Zapatería Roldán, de la calle 31 de Agosto; fontanería Olalde, en Embeltrán; las sombrererías del barrio, y el almacén de vinos Martínez, de la calle Narrika, entre otros pocos negocios no hosteleros.

Ya cerraron, sin embargo, el carpintero Tolosa de General Jauregi; su colega Urbieta en Euskal Herria y Agote, de la esquina de San Juan con San Vicente. También bajaron la persiana el taller mecánico de la plaza Lasala; la ebanistería Iparragirre de Aldamar, y Bodegas Carrascal, en la calle San Lorenzo, además de las tiendas de suministros navales Mariano Larrandia y Almacenes Barandiaran, en la calle Mayor, así como la droguería Olaizola del Boulevard, entre muchos otros negocios.

"Mucha gente viene a potear a esta calle y, sin embargo, no sabe que estamos aquí"

Herrería Kortadi