- Con profundo agradecimiento. Así se quieren despedir de su clientela y del equipo humano que les ha acompañado en su quehacer la familia Sánchez, que en torno al 21 de julio bajará la persiana de la imprenta que puso en marcha su abuelo Domingo en 1918 y de la que posteriormente tomó las riendas el padre de los actuales titulares, Antonio Sánchez.

La tercera generación ha sido la encargada de decir adiós al negocio familiar al no tener relevo. Las nuevas generaciones "tienen sus trabajos" y no se animan a ponerse al frente de un negocio que en sus casi 103 años de existencia ha cambiado mucho. Ha cambiado la maquinaria y ha cambiado el producto que se ofrece, incluso hace cinco años por necesidades de espacio tras la mudanza de la calle Easo 33 al número 31 de la misma vía. Han cambiado los tiempos, aunque la revolución más profunda, apunta Montxo Sánchez, llegó de la mano de la impresión digital.

Estos días la actividad en la imprenta Sánchez es frenética: colocando en la exposición los productos que se quieren vender antes del cierre, ordenando las cosas que los repartidores vienen a llevarse... Todo se hace con cariño no exento de tristeza al poner punto y final a una historia con muchos capítulos.

Pero Montxo Sánchez no quiere hablar de punto final, ni de adiós, sino de "hasta luego", ya que han querido dejar a sus clientes en buenas manos, en las de otra empresa que "les dará el mismo servicio en las mismas condiciones como hasta ahora".

"En un inicio, cuando la fundó mi abuelo, era una encuadernación, no era ni imprenta ni papelería", evoca Montxo Sánchez. "Se encuadernaba lo poco que había entonces y se vendían algunas cosas para escribir, como plumillas".

Con el paso de tiempo el negocio fue tomando nuevos rumbos y se introdujeron las máquinas. "Primero llegaron las minerva, que eran manuales, de pedal. Se cogía el papel por un lado, se imprimía y se recogía por el otro. Era en tipografía", explica.

Más adelante a estas máquinas "se les puso motor". Fue entonces, más o menos a mediados de la década de los 50, cuando el padre de Montxo, Antonio Sánchez, tomó el relevo "y modernizó la producción con máquinas semi automáticas, con guillotinas que al principio eran de fuerza y después con motor para luego ceder espacio a las eléctricas e hidráulicas".

Se seguía trabajando en tipografía hasta que "se pasó al offset. La primera máquina de offset entró aquí en la década de los 70, que fue cuando yo empecé trabajar aquí".

Comenzó otra etapa de cambios con la inclusión de máquinas de mayor formato "a un color, dos colores... Como el local se nos quedaba pequeño cogimos un pabellón en Astigarraga hasta el año 2011, en el que lo tuvimos que cerrar tras una inundación muy grande".

Fue el momento del paso a lo digital, la verdadera revolución que llegó hace algo más de una década. "Al principio lo hicimos de un modo muy sencillo, haciendo tarjetas y poca cosa más. Con posterioridad fuimos incluyendo maquinaria digital de mayor formato, en la que se puede hacer prácticamente de todo. Se pueden imprimir sobres, carpetas...".

A partir de los 80-90, añade, "nos especializamos en invitaciones y recuerdos para bodas comuniones y eventos". Es difícil, por no decir imposible, cuantificar cuántos recordatorios de comunión o invitaciones de boda han salido de las instalaciones de la imprenta Sánchez. Poco que ver los recordatorios de hace tres décadas con los actuales.

"El recordatorio de comunión se sigue haciendo, pero ha cambiado totalmente. Antes se hacían recordatorios con una estampa y ahora son muy personalizados y en otro tamaño: en cuartilla, doble, con la foto del niño o con un pequeño reportaje, como una boda en pequeñito", apunta este profesional de la impresión.

Los cambios también han sido mas que evidentes en las invitaciones de boda que se hacen "a través de catálogo". "Hay una infinidad de modelos en el catálogo pero también se hacen personalizadas. La pareja trae las fotos, dicen lo que quieren y sobre eso se hace el diseño y se elige el material. A la carta".

"Antes ese tipo de trabajo se hacía en tipografía con clichés metálicos y ahora todo se hace por ordenador, con programas informáticos. Ya no se utiliza ni tinta ni nada. Directamente va a la máquina que los imprime", puntualiza Sánchez.

La clientela se ha diversificado y con ello también la demanda. "Ahora la población que ha llegado de otros países celebra las fiestas de los quince años y de los 18 y solemos trabajar mucho con ese tema, realizando invitaciones y otras cosas", explica.

Pero, puntualiza, a lo largo de su historia la imprenta Sánchez se ha dedicado "sobre todo, al tema comercial para la empresa: cartas, sobres, albaranes, facturas, fichas, catálogos... Hemos trabajado y seguimos trabajando en eso", destaca.

Ocurre que, en la actualidad, las empresas se organizan de otra manera, lo online le ha tomado el relevo al papel y ya hay soportes con menos demanda. "Antes hacíamos mucha factura. Ahora las facturas y los albaranes se mandan por ordenador y, en consecuencia, el tema de sobres también ha bajado, porque se usa el correo electrónico. También se hacen menos fichas, porque todo lo tienes almacenado en el equipo y en el tema contable también han desaparecido las hojas de contabilidad".

En la actualidad se trabajan otros productos, aunque todavía algunos clientes sigan demandando esas facturas y albaranes. Trabajo, asegura Montxo, hay, pero no relevo. "Me gustaría que aunque yo no siguiera sí lo hiciera el negocio, pero no ha podido ser. Entiendo que a la gente joven en estos tiempo asumir los riesgos de un negocio les resulte más difícil".

"El principal cambio llegó con la digitalización. Ya no hay que utilizar ni tinta, la máquina lo imprime"

"Los recordatorios y las invitaciones de boda se hacen a la carta, cada vez menos por catálogo"

Propietario de la imprenta Sánchez