La Virgen del Coro, patrona de Donostia, celebró ayer su día y volvió a recibir a numerosos fieles, que no se echaron para atrás a causa de la pandemia, sino al contrario. El oficio religioso fue presidido por el obispo, José Ignacio Munilla, y a la misa acudieron distintas autoridades encabezadas por el alcalde, Eneko Goia, y otros corporativos. Como es habitual, la imagen de la Virgen se colocó a la vista de los fieles rodeada de flores y dos cestillos en los que se recogieron los donativos de los feligreses, como se puede apreciar en la imagen. Muy cerca de ella, además, se erguía una bandera de 1949 donada por los parroquianos. Habitualmente, la pequeña imagen de la Virgen del Coro preside el interior de la iglesia desde su camarín, situado detrás del altar mayor. En la jornada patronal, la imagen se baja al altar a primera hora para que pueda ser venerada por los fieles desde la cercanía. A diferencia del resto del año, la Virgen se presenta desprovista de manto.