- Las olas de la Zurriola no solo acogen a jóvenes aprendices. También siguen surfeando en ella algunos veteranos de este deporte, que llegaron a disfrutar de él en la desaparecida playa de Gros, cuando la práctica era minoritaria. Tito Moro, a sus 58 años, se declara como uno de los más “viejos” del lugar y recuerda que el proyecto de construcción de la nueva playa fue controvertido, especialmente para los surfistas de hace 30 años. “Entonces había manifestaciones de todo tipo y también las hubo para conseguir cambiar algo el proyecto, porque en principio querían que la playa fuera más tranquila”, recuerda. Este deportista, que empezó con el windsurf y luego se olvidó de la vela, transformó su pasión en oficio y abrió las tiendas Hawaii, tres en la actualidad en Donostia, una marca que ha cumplido 40 años en estos días de confinamiento. Junto con Pukas, nacida en Zarautz y que inicialmente se denominaba Jeronimo en la capital guipuzcoana, y Marujo, fueron de las primeras tiendas de surf de toda Europa, señala el comerciante.

Aunque cree que las olas de la vieja playa desaparecida eran más fuertes, considera que la nueva Zurriola ha sido muy positiva para la ciudad. “Entonces el surfista no era un turista importante, venía en una furgoneta y no era especialmente deseado, pero eso ha cambiado con el tiempo”, señala Moro.

Iñaki López, al que todo el mundo conoce como Txefin, tenía doce años cuando empezó a surfear en Gros y, aunque admite que la nueva playa ha sido buena para la ciudad, considera que “egoístamente” le ha perjudicado por la elevada cantidad de personas que hay en el agua. “Ya no me meto todos los días, como antes, y valoro más que no haya gente que la calidad de las olas”, dice el surfista, de 46 años, que no ha vuelto al mar desde que está autorizado en la nueva fase de confinamiento. Este deportista, que fue socorrista en la antigua playa de Gros, recuerda los problemas que tenía para viajar con las tablas en el autobús Gros-Amara y la peligrosidad del viejo arenal, donde se creaba un remolino de apariencia inofensiva, pero muy comprometido.

Juan Pedro Sansinenea, a punto de cumplir los 59, prefiere también la vieja playa.”No me parece que la de ahora esté mal, pero me quedo con la de antes, la de mi época”, señala. Para él, mientras la vieja playa “era como una tienda, la de ahora es como un centro comercial”. “Era más salvaje y más intensa -añade-. Tenía lo que se llamaba el Pico de Gros, una ola que subía medio metro más y bajabas en el aire. Ahora hay cuatro o cinco olas distintas para elegir. Se ha democratizado”. “Además, había que ser valiente porque había mierda, es decir, caca. Ya no”, recuerda.

Sansinenea, que era nadador, como su padre, llegó al surf por medio del skate y se acercaba desde Ibaeta en el autobús de Lasarte o Tolosa hasta el centro y luego andando con la tabla hasta el Muro. “Y encima no sabíamos si había buenas olas, no como ahora, que pones la cámara y te enteras”.

“Querían conseguir una playa más tranquila y conseguimos cambiar algo el proyecto”

Surfista y comerciante de Hawaii