- ¿Cómo ha sido para los servicios sociales del Ayuntamiento de Donostia este primer mes de confinamiento y las necesidades derivadas de él?

-Las tres primeras semanas de confinamiento fueron de locura. Luego ha llegado un poco de tranquilidad, pero ahora vuelve a coger la marcha. Nos ha ayudado mucho el centro informático municipal (Donostiatik) para organizar muchas cuestiones, como la ayuda a las mujeres víctimas de la violencia, los casos de desprotección de infancia, sacar de la nada recursos para las personas sin techo€ Todo esto nos ha quitado mucho el sueño, al igual que los protocolos para el servicio de ayuda domiciliaria. Antes del confinamiento ya estábamos en ello. Hacia principios de marzo empezamos a pedir un protocolo específico para este servicio, aunque luego hayan tardado en llegar materiales, que se han empezado a repartir en coches para evitar que las trabajadoras tengan que ir a la sede.

¿Organizar el confinamiento de las personas sin hogar ha sido lo más complicado?

-Estoy orgullosa por la capacidad de respuesta que hemos tenido para organizarlo. Veníamos ya pensando qué podíamos hacer con las personas que viven en la calle, teniendo en cuenta que tenemos habitualmente 40 plazas en Abegi Etxea y 23 en Gaueko Aterpea, además de las que tienen otras instituciones como Cáritas. Entonces no sabíamos que se iba a vaciar el albergue de la Sirena y el albergue de juventud de Uba. Y nos preocupaba de dónde sacar los profesionales para atender a estas personas. En esto nos ha ayudado muchísimo la asociación Arrats, que ha movido Roma con Santiago para contar con personal que atienda a estas personas, en especial Amaia Lasheras y José Mari Larrañaga. Esta entidad, que trabaja para el Ayuntamiento, contrató a personas y cuenta también con voluntarios. También Cruz Roja nos ha ayudado. Además, los trabajadores del albergue diurno Hestia, para personas sin hogar, y los del Gaueko Aterpea (cerrado porque no se podían cumplir las distancias de seguridad) pasaron directamente a La Sirena de Ondarreta. Luego también se abrió el frontón Atano III. Se ha creado una plantilla de educadores de unas 20 personas, más los de seguridad, limpieza, menús a cargo de Gureak€ Para el día 23 ya estaban todos los recursos disponibles para la gente que vive en la calle.

Sin embargo, el Ayuntamiento recibió críticas por la gestión de las personas sin hogar.

-Sí. Pero si la atención a personas sin hogar hubiera sido desarrollada como señalan los decretos, igual hubiera sido distinto. Donostia tiene ahora 170 plazas para personas sin hogar, algunas de las cuales generalmente no pernoctan aquí. Yo preguntaría a muchísimos municipios por su oferta. En algún municipio cercano han puesto un recurso, casi a la chita callando y eligiendo a las personas. Sobre las críticas, es como cuando te caes y te haces daño. En ese momento, en caliente, no duele. Luego ya, sí. Lo primero ha sido poner en marcha todo eso. La crítica nos ayuda a avanzar, pero tiene que ser desde el rigor. Se ve quién está por ayudar y quién por otra cosa.

¿Cómo se organizó la atención de estos cuatro lugares para el confinamiento de los sin techo?

-Con organización. La jefa de Urgencias Sociales se presentó voluntaria para hacerse cargo de La Sirena, otra jefa de servicios sociales hizo lo mismo con el Atano III y otras dos en el caso de Uba. No hay ni sábados, ni domingos, ni Semana Santa. Una vez asentado esto, hemos establecido normas de comportamiento, hemos contratado a una licenciada en medicina, porque Osakidetza está como está, y también hemos hablado con Salud Mental, porque dentro de las personas de la calle hay muchos perfiles diferentes y hay que saber tratarlos. No vale cualquiera.

¿Ha habido contagiados entre las personas sin techo?

-Ya teníamos previsto que, en caso de haber contagios entre las personas sin hogar, se les llevaría a un lugar de aislamiento (que fue Hondarribia). Ha habido cinco casos de personas sin hogar con coronavirus y han tenido una evolución positiva.

Ha habido críticas también por la falta de material para las trabajadoras del Servicio de Asistencia Domiciliaria (SAD).

-Desde el primer momento nos peleamos por que tuvieran un protocolo ad hoc, que es muy parecido al que se ha usado en los centros sanitarios. La semana anterior al confinamiento, la empresa responsable, que tiene que procurar el material, había recurrido al mercado internacional, había hablado con empresas de Turquía, de Holanda, estatales€ y no consiguió nada. Hemos estado encima y se ha seguido el protocolo, aunque algunos hayan dicho lo contrario. Es verdad que en algunos momentos la situación ha sido angustiosa, pero hemos conseguido mascarillas para cumplir el protocolo. Como hay trabajadoras a las que les cuesta acceder al material, ahora se les acerca en coche. Hace una semana se pidió que el Servicio de Ayuda Domiciliaria actúe como en Zorroaga, una residencia que no es municipal, pero es propiedad de la Fundación Zorroaga, cuyo presidente es el alcalde. Hay una mascarilla por trabajadora y día. A pesar de todo, hay una trabajadora del SAD, que también prestaba sus servicios en una residencia, que ha dado positivo. Esperemos que no desarrolle la enfermedad. Ahora, Eudel aporta material para este servicio para todos los municipios, pero, como les ha pasado a algunas enfermeras, no ha habido para todos todo el tiempo.

¿Cuánta gente está trabajando estos días para mantener a raya las necesidades sociales en Donostia?

-La plantilla municipal está compuesta de 121 personas. En atención a familias y menores trabajan otras 61. Además, hay once personas en el Servicio Municipal de Urgencias Sociales (SMUS) y tres educadores de calle de Hestia. Para las personas sin hogar trabajan 40 personas de la plantilla municipal, además de personas de Arrats. En ayuda domiciliaria están 350 personas. En total, un grupo de casi 600 personas para responder a las necesidades sociales del momento actual. Tenemos un equipazo.

¿Cuál es el presupuesto para estas necesidades?

-El dinero aprobado en las cuentas de este año es de 33,8 millones de euros. Pero para las nuevas necesidades de gasto, como la atención de personas sin hogar, se calculan 400.000 euros por mes, lo que puede ser 1,5 millones en dos meses y medio. Además, había 3,3 millones de euros para las Ayudas de Emergencia Social y las municipales y se ha habilitado una partida en 2,2 millones más con cargo al Gobierno Vasco, por lo que disponemos de 5,5 millones.

¿Ha bajado el Servicio de Asistencia Domiciliaria?

-Sí, creíamos que iba a haber un boom, pero ha sido al revés. Ha bajado este servicio por distintas circunstancias y nos hemos puesto en contacto con todas las personas que han decidido prescindir del SAD para ver si están bien y necesitan algo. Esto es independiente de las llamadas del programa Lagunkate, con las que nos hemos dirigido a todos los mayores de 65 años que viven solos o en compañía de otros. La gente lo ha agradecido mucho.

¿Qué colectivos preocupan especialmente?

-Uno de los servicios esenciales es el seguimiento que se está haciendo de los casos que conocemos de violencia machista. Los más problemáticos están con la Guardia Municipal muy atenta. Hay tres trabajadoras que conocen los casos concretos y hacen un seguimiento. Y lo mismo con niños, niñas y adolescentes en desprotección. El Servicio Municipal de Urgencias Sociales (SMUS) también está repartiendo comida y estamos haciendo una labor más bien asistencial, de ayudar, acompañar€ Ahora lo prioritario no es ayudar a recomponer las redes sociales, sino atender las necesidades más básicas. Es lo que estamos haciendo. La gente se está dejando la piel en ello.

¿Cómo lleva personalmente la situación?

-Trabajando a tope. Yo, que soy una lectora empedernida, no he podido coger un libro hasta la pasada semana y ver series, hasta hace dos. Hemos pasado momentos con ganas de llorar, sí, pero hay que tirar de humor, que es terapéutico.

"Ha habido cinco personas sin hogar que resultaron infectadas con coronavirus y han evolucionado positivamente"

"Los materiales de protección para las trabajadoras del SAD se les han llevado

en coche a los barrios"

"Hay un equipazo de casi 600 personas trabajando en distintas áreas de la Acción Social en estos momentos especiales"

"La crítica nos ayuda a avanzar, pero tiene que ser con rigor; se vé quién esta por ayudar y quién por otra cosa"