yer repartió una decena y hoy tendrá doce o catorce más disponibles. Mañana, otras tantas: "¡Tengo tela para aburrir!" La altzatarra Beatriz Cillero lleva días cosiendo en casa mascarillas caseras y repartiéndolas en tiendas del barrio o a vecinos y vecinas. Es consciente de que no son mascarillas homologadas y tampoco pretende que lo sean: "Pero algo ayudan, igual no para protegerse a uno mismo, pero sí para que, si uno tose, no esparza nada a los que estén a su alrededor".

Cillero trabaja en los servicios de limpieza del Hospital Donostia y allí estuvo en febrero en contacto con el médico que, después, fue uno de los primeros casos de coronavirus confirmados. Por eso, estuvo dos semanas en cuarentena en casa con su pareja y sus hijos pequeños (fue una de las 100 primeras personas a quien hicieron el test en Gipuzkoa). Dio negativo y, superada la cuarentena (solo pudo salir un día), llegó el confinamiento. Vuelta a casa. "Fue ese médico el que me comentó ya entonces que harían falta muchas mascarillas en unas semanas...", cuenta.

Reparto por el barrio

Cursillo de costura

Y decidió empezar a hacerlas. "No son bonitas ni están perfectas, pero no hay un segundo que perder y, cuantas más cosa, mejor", afirma.

Hace un tiempo asistió a un curso de costura en la casa de cultura de Altza con unas amigas y empezó a crear y bordar baberos para amigas, conocidas y a hacer incluso algunos encargos. Por eso, tiene bastante tela en casa: son diseños infantiles que ahora acompañan a comerciantes y vecinos altzatarras. En muchas de esas mascarillas caseras intenta colocar a modo de filtro otra tela en medio, trozos de un protector de colchón: "No sé si servirá de mucho..." También recuerda a quien las vaya a usar que las lave a más de 60 grados para desinfectarlas antes de volver a usarlas.

Ayer por la mañana estuvo en una tienda de alimentación del barrio y en una frutería en las que no tenían mascarillas y les dejó algunas, que fueron muy bien recibidas. Le dio otra a una conocida que trabaja con personas mayores. Publicó en su página de Facebook su iniciativa y también a través de la red social le han pedido algunas. De momento, ella sigue cosiendo: "He visto a personas mayores en la cola del supermercado sin ninguna protección...".

Aunque le sobra tela, anda algo escasa de gomas. Sus compañeras del Hospital Donostia le llevan algunas mascarillas desechadas después de desinfectarlas, aunque, mientras, Cillero ha encontrado la solución utilizando lazos. "También tengo muchos, de Carnaval...", cuenta esta joven.

La suya es otra de esas iniciativas solidarias que están surgiendo estos días en toda la ciudad. Invita, además, a quien tenga máquinas de coser y telas en casa a que se anime y cree más siguiendo distintos tutoriales disponibles en Youtube: "¡Es el momento de quitar el polvo a la máquina de coser y usarla!".