Con las ganas de siempre y como nunca. Así afrontaba la Izada el tambor mayor de Gaztelubide, José Ramón Mendizabal Mendi, horas antes de que miles de miradas y cámaras se fijaran en su bastón de mando conteniendo la respiración. Miles de personas que llenaban la plaza (y miles más que la vivieron a través de la pantalla) también volvieron a ver la escena de siempre. Y volvió a ser irrepetible.

Además de por el frío, la Izada en la plaza de la Constitución estuvo marcada ayer por dos homenajeados que subieron al tablado central. Uno de ellos fue el tambor mayor de la Unión Artesana, Aitor Oyarzabal (que repetirá hoy en la Arriada), para celebrar y reconocer la trayectoria de 150 años de la sociedad más veterana. Entre abrazos y saludos, Oyarzabal subió al tablado antes de la medianoche con el pañuelo de Gaztelubide al cuello. Mientras todavía sonaban las campanadas y se iluminaba la plaza, levantó su bastón al lado del de Mendi con los primeros redobles y dirigió con él la Marcha de San Sebastián.

En la plaza miles de personas se dejaban la garganta y estiraban sus brazos para inmortalizar el momento con sus móviles. Medio centenar de agraciados en el sorteo previo tenían una mejor perspectiva y grababan desde el balcón del antiguo ayuntamiento, junto a representantes políticos, a miembros de los equipos femeninos y masculinos de la Real y a algunos de los reconocidos con las Medallas al Mérito Ciudadano. En el balcón central el alcalde, Eneko Goia, subía y bajaba la bandera de la ciudad (bordada también en honor a la Artesana) mientras retumbaban los acordes de Sarriegi.

El otro homenajeado de ayer estaba también en otro de los balcones, a la derecha del alcalde, encargado de izar la ikurriña: el músico Jose Mari Oiartzabal, responsable de la mayoría de los arreglos de las melodías de Sarriegi, bajó después al tablado a dirigir en varios temas a la banda de música de Errenteria.

Junto a los miembros de Gaztelubide un total de 111 representantes del resto de tamborradas de la ciudad participaron en el inicio oficial de la fiesta y dieron color al tablado, en el que cupieron también, como suele ser habitual en los últimos años, los dantzaris de Kresala.

Con los últimos compases de la Marcha explotó la emoción contenida durante las últimas horas y en el tablado Oyarzabal se sumó al abrazo de Mendi; la aguadora mayor, Ainhoa Olasagasti; y el cabo de barriles, Juan Pablo Lizartza, que se estrenaba ayer en ese papel. Los abrazos se repitieron en los balcones y en la plaza.

Tras el respiro, los acordes y redobles de la Diana volvieron a adueñarse de la plaza. Poco hacía falta ya para sumergir en la fiesta a los congregados, pero las notas un tanto aceleradas de la Caballería de Gallos hicieron bailar a toda la plaza.

El arranque de la fiesta continuó durante unos 30 minutos más, con Polka, Retreta, Caballería de Viejas e Iriyarena. Al igual que el año pasado, se apostó por recortar algo Izada en comparación con años anteriores y comprimir el arranque de la fiesta, por lo que la repetición de la Marcha de San Sebastián pilló a algunos desprevenidos.

En los barrios Más izadas

Los tambores, de todas formas, no habían hecho más que empezar y a los de Gaztelubide se sumaron los de decenas de compañías por las calles más céntricas, además de en todos los barrios de la ciudad, donde se repitió la escena en otras tantas izadas en distintos escenarios. Por delante quedan 24 largas horas de redobles, encuentros, fiesta y Sarriegi.