Conseguir la inserción laboral de arrasatearras en situación de exclusión social. Ese es el propósito del programa Lan-r-Bai que echó a andar en marzo del pasado año con la participación de una quincena de personas que se dan cita en la vivienda de propiedad municipal del número 3 de la calle Hondarribia (junto al ascensor de Makatzena), para poner en práctica los conocimientos que van adquiriendo con la ayuda de los educadores sociales, Javier Jiménez y Leire García, y el profesor Iñigo Zubeldia.

Según explica la edil de Servicios Sociales, Maitane Muñoz, el objetivo de esta iniciativa es "crear itinerarios integradores personalizados" a través de un empleo formativo que dote a los participantes "de herramientas, recursos y habilidades necesarias para acceder a la formación normalizada y al mercado laboral".

El proyecto, que tiene una duración de dos años, está diseñado para 30 personas -quince por cada curso-, y su coste asciende a algo más de 393.400 euros; un desembolso económico que cuenta con el respaldo de la Diputación Foral de Gipuzkoa y el Fondo Social Europeo.

Los beneficios son "tangibles y muy positivos", destaca Muñoz. No en vano, el escenario donde se desarrolla Lan-r-Bai poco tiene que ver con la imagen descuidada que ofrecían los alrededores de la vivienda del número 3 de la calle Hondarribia, antes de meterle mano. "La parte trasera de la casa era una especie de selva salvaje y gracias al trabajo que se ha realizado se ha creado una bonita huerta", detalla Javier Jiménez.

También se ha construido un invernadero, se han acometido labores de jardinería y canalización de agua en una zona que se inundaba, además de habilitar un espacio al estilo de una terraza. "Es una formación en diferentes gremios de la construcción como carpintería, albañilería o fontanería", apunta el educador social.

Los participantes son identificados por los servicios sociales municipales y todos ellos presentan "dificultades en la inclusión social a través de la formación y empleo", precisa Jiménez. "Cada uno sale de este programa con un itinerario personalizado para continuar en la formación reglada, en una empresa de empleo protegido porque tienen reconocido un grado de discapacidad, o en una de inserción que les permita dar el salto al empleo ordinario. Para ello, estamos en contacto con empresas de este tipo y normalizadas", comenta el educador social, que vuelve a insistir en la importancia de la labor que se está llevando a cabo con el grupo, "para estructurarles a nivel personal, más organizativo y de relaciones, con el fin de que cuando se enfrenten a la formación y al empleo puedan funcionar de la mejor manera posible".

El perfil de los beneficiarios al que va destinado este proyecto es muy variado y con problemáticas diversas, tal y como informan desde el Ayuntamiento: jóvenes de 18 a 23 años procedentes de los recursos de acogimiento familiar y residencial de la Diputación, personas adultas que participan en los programas municipales de exclusión social y de asistencia especializada del ente foral, mujeres víctimas de violencia de género, inmigrantes en situación irregular, personas excluidas con discapacidad o en proceso de valoración?

Tienen de 19 a 50 años

Tras diez meses de rodaje, el primer turno de Lan-r-Bai afronta su recta final. Una quincena de mujeres y hombres de entre 19 y 50 años acuden de lunes a viernes, de 9.00 a 14.00 horas, a su cita en la calle Hondarribia. Reciben una beca por la formación de unos diez euros al día. "Ahora vivo en Mendaro en un piso tutelado y me levanto todos los días a las 5.45 para venir a Arrasate. Mi asistencia es del 100%", expone Asier, un arrasatearra de 42 años que afirma que la experiencia le está "viniendo bien". "Estoy entretenido, aprendo y he hecho amistades", cuenta, sin dejar de incidir en otras bondades del programa: "He sido un fiestero; un antinormas y ahora me he vuelto conformista. Gracias a esta experiencia mis compañeros son parte de mi familia".

Otro de los participantes Jhonier enumera las tareas que ha realizado: "He trabajado con madera, he puesto pladur, el techo del invernadero...". Todo ello bajo la batuta del experto Iñigo Zubeldia. "Me gusta y aprendo cosas nuevas", añade este colombiano de 31 años que lleva un año y medio residiendo en Arrasate. "Cuando termine el programa quiero seguir formándome, inscribirme en otros curso, porque de momento no tengo permiso de trabajo", avanza.

El programa recogerá sus primeros frutos en marzo y, a partir de entonces, y por otro periodo de un año, se pondrá en marcha un segundo turno para la inclusión social de otros 15 arrasatearras. Tutoría y formación en función de las necesidades y capacidades de cada persona, orientación laboral, talleres grupales, de educación en valores? son las claves del proyecto que inició su andadura en 2019 con vocación de continuidad.

De hecho, como señala Muñoz, el departamento municipal de Urbanismo está ultimando el diseño de la reforma integral del interior de la vivienda de Hondarribia. "La idea es que este inmueble sea un recurso de los servicios sociales, un centro para la integración social", adelanta la concejala. Los primeros resultados emanarán de Lan-r-Bai, pero el camino no ha hecho más que empezar.