APenas habían transcurrido diez años desde aquel mes de diciembre de 1903 en el que los hermanos Wilbur y Orville Wright se hicieron con el honor de ser las primeras personas que consiguieron volar con un aparato más pesado que el aire, cuando la ciudadanía de Eibar tuvo el privilegio de contemplar, por primera vez, una exhibición aérea.

El relato de lo acontecido en torno a aquel evento, que levantó una enorme expectación entre los eibartarras, ha sido recogido de una manera minuciosa por la archivera municipal de Eibar, Yolanda Ruiz, con motivo de la XLIV exposición de sellos Exfibar 2013.

La muestra, organizada por la asociación filatélica Arrate, se podrá ver en la casa de cultura Portalea de Eibar del 24 de noviembre al 1 de diciembre y estará protagonizada por aquellas primeras pruebas de vuelo que se realizaron en Eibar. No en vano, se trató de "una acción pionera para poner en marcha el correo aéreo".

La exhibición aérea

El día de San Juan de 1913

Las eibarresas fiestas de San Juan del año 1913 habían levantado una expectación inusitada entre la ciudadanía. No en vano, en el cartel anunciador de los festejos se destacaba un acto inédito: los vuelos asombrosos que el intrépido aviador francés Mr. Marius Tercé iba a realizar con su monoplano Deperdussin.

Para poder organizar tan brillante espectáculo diferentes sociedades recreativas de la ciudad como la Sociedad Educación Física, el Casino de la Amistad o el Casino Artista Eibarrés unieron sus fuerzas y constituyeron la denominada Comisión para la Fiesta de la Aviación que, liderada por Saturnino Aramburu, Niceto Muguruza y Pío Zulaika, se puso manos a la obra con el objetivo de recaudar los fondos necesarios con los que financiar un evento que en la época fue considerado "culto y progresivo".

Para ello, impulsaron una suscripción popular; al mismo tiempo que solicitaron al Ayuntamiento "una subvención de 2.000 pesetas, la cesión del campo situado encima de la plaza de toros y la autorización para cobrar 0,25 y 0,50 pesetas por la entrada en el Alarde Musical".

Además, para poder llevar a cabo la exhibición aérea se tuvo que proceder a la explanación de los terrenos del caserío Tutulu (hoy en día en el barrio de San Cistóbal), que iban a hacer la función de aeropuerto. Allí se colocaron toldos de protección y se construyó un hangar, entablados con asientos y alambrados de cerca para acotar la pista.

Los terrenos en los que se acondicionó ese peculiar aeródromo eran propiedad del bertsolari Juan Iñaxio Odriozola Aizarna, que para narrar el espectáculo aéreo dejó para la posteridad algunos bertsos como el que sigue: "Gure zelaian lehenengo aldiz, bajatu da Eibarren arioplanua...".

Así se llegó al día 23 de junio de 1913, víspera de San Juan. El aeroplano de Marius Tercé hizo acto de presencia en la ciudad a bordo del primer tren procedente de Donostia "desmontado y plegado". Desde la calle estación, el aparato se trasladó hasta el hangar, donde se volvió a montar "para gran alegría de la población que lo había acompañado durante su trayecto".

Según la narración sobre aquel evento que hizo Antonio Iturrioz en el año 1953, "de avión no tenía más que la hélice y el resto era una especie de ataúd contrachapeado con latas de todas las procedencias, todo montado sobre dos ruedas de bicicleta y un tinglado de alambres delgados que irremisiblemente invitaban a colgar la ropa o a poner un parral".

Por su parte, el aviador francés llegó a Eibar en su automóvil y acompañado por los dos mecánicos que el día siguiente le iban a ayudar en sus maniobras.

Un vuelo accidentado

El aparato aterrizó boca abajo pero el piloto salió ileso

El reloj marcaba las 18.00 horas del día de San Juan de 1913 cuando el prado del caserío Tutulu se convirtió en testigo de excepción del esperado despegue del aeroplano pilotado por Mr. Marius Tercé.

Según se recoge en las crónicas periodísticas de la época, el aparato sobrevoló en varias ocasiones la ciudad, al mismo tiempo que su intrépido piloto correspondía a las aclamaciones del entusiasmado público moviendo su mano de un lado a otro. Al parecer, Mr. Marius disfrutaba sobremanera atemorizando a los espectadores con sus acrobacias, que despertaron numerosas muestras de admiración y encendidos aplausos.

Sin embargo, todo se complicó llegado el momento de aterrizar. El aparato capotó, dio un giro y acabó tomando tierra boca abajo. Eso sí, aunque el aeroplano se averió el piloto salió ileso del incidente.

Parecía que la fiesta de la aviación acabaría ahí aunque los espectadores tenía ganas de más emociones. Por ello, varios de los asistentes colaboraron para trasladar el peculiar avión hasta el taller de pistolas automáticas que los señores Anguera y Loyola tenían en Legarre, donde fue reparado para su posterior traslado a los terrenos del caserío Tutulu.

Mr. Marius Tercé premió la paciencia de los ciudadanos que seguían esperando su regreso con otros varios paseos sobre Eibar que finalizaron en el trigal de Otaola Erdikua, donde estaba la pista de aterrizaje. Todo ello, con la particularidad de que tras cada aterrizaje el aparato tenía que volver a trasladarse hasta Tutulu para iniciar un nuevo despegue.

El público eibartarra debió quedar satisfecho con la exhibición de Tercé; toda vez que, además del dinero convenido en el contrato, le entregaron otras 250 pesetas como gratificación; así como un reloj damasquinado de la marca Longinus que fue adquirido por 63 pesetas en el establecimiento del grabador Cayetano Careaga. Tanto los papeles en los que se anotó la gratificación de 250 pesetas como la factura del reloj permanecen en el Archivo Municipal de Eibar.

Además, "a instancias de gran parte del público" Mr. Marius Tercé fue invitado a regresar a Eibar los días 29 de junio y 6 de julio de 1913 "a celebrar las últimas pruebas de aviación"; todo un acontecimiento del que dará constancia la exposición de sellos Exfibar 2013.