a crisis del covid no solo ha dejado tragedias en su primer año, también ha hecho más evidente la importancia del trabajo solidario que múltiples entidades como el Banco de Alimentos de Gipuzkoa realizan habitualmente. Tras adaptar su actividad a la pandemia, la organización repartió el año pasado 2.394 toneladas de alimentos a lo largo y ancho del terriotorio histórico, gracias a 212 colaboradores voluntarios. De dicha cantidad, unas 300 toneladas recalaron en Irun, repartidas entre 20 entidades locales que ayudaron a un total de 3.471 irundarras.

Para conocer de primera mano esta labor, el delegado de Bienestar Social de Irun, David Nuño, se acercó la semana pasada a las instalaciones del Banco de Alimentos, en Oiartzun, donde trasladó su agradecimiento en primera persona a la presidenta de la entidad, Belén Méndez de Vigo, y a los voluntarios que colaboran con la organización.

"La labor del Banco de Alimentos resulta hoy en día fundamental", aseveró Nuño, que consideró que "la pandemia no ha hecho más que agudizar y visibilizar aún más las necesidades de muchas familias en algo tan básico como la alimentación diaria". En ese sentido, el delegado destacó la relevancia de "la contribución de la asociación para repartir comida por todo el territorio, así como las donaciones desinteresadas". Para finalizar, Nuño volvió a hacer referencia a las duras consecuencias sociales que la pandemia sigue teniendo a día de hoy, recalcando que todos los esfuerzos encaminados a paliarlas "resultarán indispensables" en el futuro próximo.

De entre las actividades del Banco de Alimentos afectadas por la pandemia en 2020, la más notable fue la suspensión de las recogidas físicas de los alimentos que posteriormente dona a la ciudadanía. En su lugar, el Banco de Alimentos acepta donaciones económicas que se destinan a hacer las compras de dichos alimentos. En cuanto los apoyos institucionales con los que cuenta la entidad, el Ayuntamiento de Irun realiza una aportación anual de 7.500 euros.