Muebles Iriondo, la decana de las tiendas de muebles de Elgoibar, cerrará sus puertas a finales de 2025. Fundada por Julián Iriondo en un local propiedad de la familia ubicado en la calle Santa Ana en 1953, su cierre pone fin a una historia de 72 años ligada a varias generaciones de vecinos y al crecimiento del propio pueblo.

El adiós se acompaña de un proceso de liquidación que va a posibilitar la compra de los muebles que aún tiene a la venta a un precio muy competitivo

Un pueblo en crecimiento

El negocio nació a la sombra de la expansión industrial de Elgoibar y el crecimiento de su población.

Muchas familias se trasladaban a esta localidad desde distintas regiones de España en busca de un futuro mejor, atraídos por la pujanza de su industria.

Julián Iriondo vio una posibilidad de negocio en la oferta de muebles para el que a partir de entonces ibas a ser su nuevo hogar a las personas que llegaban a Elgoibar.

Así fue como en mayo de 1953 abrió la tienda en un local familiar de la calle Santa Ana, vacío desde hacía años, junto a un socio. 

Anegado por las aguas

Por desgracia, el 14 de octubre de aquel mismo año, apenas siete meses después de la apertura, una gran crecida del río Deba inundó el centro de Elgoibar.

El agua arrasó la recién inaugurada tienda, causando importantes daños.

Aquel suceso rompió la sociedad, pero no amilanó a Julián, que decidió seguir adelante solo. Recompuso lo perdido y retomó el proyecto. 

Trabajador incansable

Durante los primeros años, Iriondo trabajaba en la empresa Juaristi Hermanos mientras su mujer, Conchita Azkue atendía el comercio.

En ese tiempo desempeñaba también las funciones de director de la Banda de Música, a la vez que se encargaba de formar a los futuros músicos.

Por si fuera poco, finalizada la jornada laboral, tocaba el reparto y, en compañía de un carpintero, cargaba los muebles en un carro y los llevaba a las casas de sus clientes.

“Ya mayor seguía recordando lo duro que era tener que cargar con ellos hasta Sigma o Artetxe”, manifestó su hijo Julián, que años después terminaría cogiendo el testigo de su padre en la tienda, junto a su hermana Arrate.

La situación mejoró de manera sustancial con la compra de una furgoneta DKV.

El vehículo no solo alivió la carga de trabajo sino que les permitió abrir el mercado al barrio de Altzola y a la vecina localidad de Mendaro

Oferta limitada y pagos a plazos

La apuesta de Julián de seguir adelante resultó acertada, y la tienda fue creciendo al ritmo que crecía la población.

En aquel tiempo, muchos clientes necesitaban soluciones básicas para dar inicio a un nuevo proyecto de vida lejos del lugar que los vio nacer y compraban lo que podían permitirse. La oferta era limitada. Se elegía entre lo que había en la tienda o en el almacén.

Además, en muchos casos, los pagos se hacían a plazos y sin intereses. “A veces estos pagos se prolongaba varios años. Yo le solía comentar a mi padre que así perdíamos dinero. Él lo sabía, pero entendía que la tienda tenía también una parte de servicio social y que había que ayudar en lo posible a aquellos que estaban necesitados. Su objetivo era vivir del negocio y sacar adelante a la familia, no enriquecerse, aunque eso implicara perder dinero en algunas operaciones”, comentó su hijo.

Oferta de productos

Los muebles más asequibles venían de Balmaseda, aunque también se vendían piezas de mayor calidad, fabricadas en Azpeitia y Zarautz.

Además de muebles de diferentes calidades, los clientes encontraba en Iriondo colchones de borra, hechos con residuos de algodón de las empresas textiles, canapés de muelles y hubo un tiempo en el que los frigoríficos y los televisores formaron también parte de la oferta de la tienda.

En los años 70 y 80, el negocio vivió nuevos cambios, igual que el perfil del cliente, que apostó por un mueble de más calidad ayudado por la mejora generalizada de la economía de las familias, frente a las apreturas de los años anteriores.

Se reformó la tienda, se amplio con la compra de un local anexo y se modernizó la exposición. La incorporación de Arrate a la tienda se tradujo en nuevos servicios como proyectos personalizados y diseños a medida que ayudaron a relanzar el comercio.

Nuevos contratiempos

Pero tampoco faltaron las dificultades. Una obra en un solar situado junto a la tienda provocó el desplazamiento de la estructura del edificio y les obligó a trasladar el negocio a un local en la calle San Bartolomé por espacio de un año.

En 1983, el rio Deba volvió a cruzarse en el camino de la familia Iriondo. Una nueva inundación asoló la tienda y al almacén, reeditando el drama que sus padres vivieron en 1953. 

A pesar de todo, el negocio siguió adelante, aunque en ese camino han tenido que afrontar cambios profundos en el comercio, en especial en las últimas décadas.

Retos para el comercio local

Las ventas por internet, las cadenas multinacionales y la importación masiva han puesto en jaque al pequeño comercio, y las tiendas de muebles no han sido ajenas a esta amenaza. También ha cambiado el perfil del cliente.

“Ahora se impone el mueble barato, de usar y tirar, frente al mueble de calidad y, prácticamente, para toda la vida, como se vendía antes, indicaron los hermanos Iriondo.

Productos más baratos, pero como señaló Arrate, con un coste oculto: “Si una silla cuesta 70 euros y ganamos nosotros, el fabricante y el transportista, ¿Quién está perdiendo? Probablemente el trabajador que la hace”. 

Un modelo de tienda que desaparece

Esos cambios también han tenido otras consecuencias, como la práctica desaparición de la industria del mueble en zonas como Azpeitia, Zarautz o la Comunidad Valenciana, que antes eran referentes en el sector.

Ante ese panorama, abrir una tienda de muebles en un pueblo se presenta hoy en día como una opción llena de desafíos.

“Nosotros hemos podido salir adelante porque el local era nuestro y toda la familia ha trabajado aquí. Pero este tipo de tienda cercana, donde puedes tocar el producto, sentirlo y recibir un trato directo, está desapareciendo, y creo que al final la gente las va a echar de menos”, concluyó diciendo Arrate. 

Liquidación y despedida

Hasta su cierre, Muebles Iriondo mantendrá la venta en liquidación. Será la última oportunidad para hacerse con alguno de los productos que oferta en su establecimiento de la calle Santa Ana.

Y también, una forma de despedirse de un comercio que ha sido parte del día a día de Elgoibar durante más de siete décadas.