El salón de plenos del ayuntamiento de Bergara acogerá este próximo sábado la puesta de largo del libro 'Miguel Okina 1924-2021. De cuando el arte llegó a las casas', un homenaje al pintor bergarés en el centenario de su nacimiento. El trabajo, que firma el filólogo e investigador Miguel Ángel Elkoroberezibar, repasa en profundidad la vida, obra e influencia de este creador, que contribuyó a promover la profesionalización del artista y la normalización del arte. Aderezado por las voces del otxote Alai Berri , el acto tendrá lugar a partir de las 13.00 horas, y contará con la participación del alcalde, Gorka Artola, y del artista y miembro de Beart Elkartea y de la comisión organizadora del programa conmemorativo, Xabier Agirre.
Miguel Okina fue un pintor prolífico, autor de más de 4.000 cuadros, fiel a su estilo realista e impresionista, aunque también exploró el postimpresionismo y el expresionismo. “Destaca por su extraordinario dibujo y composición, uso del color y tratamiento de la luz. Es una pintura enérgica, pero a la vez delicada, de gran capacidad reflexiva, destreza técnica y versatilidad. Llama la atención su habilidad en la interpretación de las personas retratadas, realizando auténticos estudios de personalidad, y su empeño en recuperar a personajes olvidados. No fue un pintor conformista y arriesgó sin miedo; cultivó todos los géneros y siempre fue coherente con su forma de pintar”, remarca Elkoroberezibar sobre este bergarés que fue, asimismo, maestro de dibujo, transmitiendo a los jóvenes la técnica y el lenguaje gráfico necesario para crear y entender el arte.
Más suelta y experimental
El estilo de Okina fue evolucionando a lo largo de su extensa trayectoria. Tras su estancia en París en los años 50, donde entró en contacto con nuevas corrientes artísticas, su rigor formal comenzó a suavizarse y dio paso a una pintura más suelta y experimental, aunque siempre ligado al realismo, sobre todo hasta los años 70. A partir de entonces, partiendo de la realidad objetiva, intentó transformarla e interpretarla, manteniendo siempre una coherencia artística que caracterizó su trabajo.
Bergara: un lugar de pintura
Además de su faceta creativa, Okina desempeñó un papel fundamental en fomentar el interés por el pincel en un municipio lleno de arte. “Gracias a personas como Miguel comenzó a hablarse de Bergara como un lugar de pintura. En la década de los 60, los artistas se multiplicaron en el pueblo. La transformación económica y social de la época fueron decisivas. El arte y los artistas se convirtieron en parte del paisaje bergarés y se comenzaron a colgar obras de los pintores locales en las paredes de las casas”, relata el investigador bergarés.
Más de 70 años dedicado a la pintura
Un hombre sencillo y humilde, como el carboncillo que empleaba para dibujar, siempre rodeado de amigos. “Ahí radica la base de su encanto. Culto, gran lector y amante de la música; montañero y viajero, Okina poseía un don que cultivó toda su vida. Trabajó con constancia y logró vivir de su arte. Más de 70 años dedicado a la pintura”, resume Elkoroberezibar, poniendo en valor la huella imborrable de una figura cuyo legado queda plasmado en este testimonio escrito sobre su fecunda trayectoria.
El centenario de Okina arrancó el 29 de septiembre de 2024 y concluirá un año después con este libro y una exposición antológica programada para el mes de octubre.