“El comercio local solo necesita buenos balones para rematar, pero parece que Irun lo diseña el enemigo”
Tras haber recibido un reconocimiento del Gobierno español, Miguel Salas reclama más medidas reales para hacer de Irun un lugar atractivo para comprar
La Vinoteca Mendibil de Irun ha sido distinguida con la Mención Honorífica en los Premios Nacionales de Comercio Interior 2024, el mayor reconocimiento que puede recibir un pequeño comercio en el Estado. El galardón, otorgado por el Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, pone en valor los 131 años de historia ininterrumpida de este emblemático establecimiento, probablemente el más antiguo de la localidad, que abrió sus puertas en 1894 bajo el nombre de Casa Gaztelumendi. Tras varios cambios de ubicación, la tienda se encuentra actualmente en la calle Juan de la Cruz, junto a la plaza del Ensanche, gestionada por la cuarta generación familiar, con Iñaki Solbes al frente, junto con su socio, Miguel Salas, que atiende a NOTICIAS DE GIPUZKOA.
¿Qué representa para ustedes este reconocimiento?
Si te soy sincero, creo que estos premios se dan porque al Gobierno de España le preocupa el tema, porque ve que hay otros países en Europa en los que hay un buen comercio, y que aquí eso se está terminando. Y ya no saben qué hacer. En Irun se están cerrando todas las tiendas. Luego la alcaldesa dirá que el problema es que los grandes propietarios de los locales quieren imponer unas rentas horrorosas, que razón no le falta. Pero es que no hay confianza en los proyectos, la gente no los saca adelante.
¿Qué tipo de apoyo echa en falta por parte de las instituciones?
Más ayuda. Y no hablo de ayudas económicas. Me gusta mucho el fútbol y siempre utilizo un símil: el delantero que remata es al que le dan buenos balones para rematar. Yo llevo 30 años en este negocio, lo conozco, sé cómo hacer que funcione. Pero necesito que ellos nos den los balones para rematar, que generen las condiciones necesarias para que esta ciudad, hablo de Irun en este caso, sea agradable, para que la gente quiera venir.
Han sido el primer negocio guipuzcoano de fuera de Donostia en recibir este reconocimiento. ¿Considera que el problema del comercio es generalizado en el territorio?
Sí. Pero también hay casos en los que se está haciendo muy bien. Sin ir más lejos, Tolosa lo ha hecho muy bien. Hay un comercio que a mí me alucina, fantástico. Y Errenteria, esa que siempre ha tenido mala fama, lo ha hecho bien también.
Modelos que funcionan
¿En qué lo han hecho bien?
En Tolosa, el Ayuntamiento ha condicionado la presencia de locales en el centro a una idea de negocio. No quiere decir que solo se pueden vender alubias o guindillas, pero debe haber una idea detrás del negocio. Mientras tanto, nuestro Ayuntamiento solo plantea campañas sin sentido, que los que nos dedicamos a esto desde hace 30 años sabemos perfectamente que no funcionan. Por ejemplo, los famosos bonos de descuento condicionados a comprar por la web. Eso, por no hablar del mercado.
¿Se refiere al mercado municipal de Irun?
Sí. Para mí es un tema dramático en Irun. El mercado municipal está muerto por culpa de un proyecto inmobiliario equivocado, por haberlo metido en un agujero. Y llevan diez años diciendo que van a hacer algo, pero no hacen nada, porque no pueden hacerlo. Nosotros en su día tuvimos una tienda frente al antiguo mercado de Irun, que era un bullicio, daba vida a la ciudad. Como el mercado de San Juan de Luz, que es maravilloso.
La clave de Vinoteca Mendibil
A pesar de las dificultades, Vinoteca Mendibil continúa funcionando con éxito. ¿Cuál diría que ha sido la clave para lograrlo?
Para mí la clave no es la que te va a decir todo el mundo, que es la adaptación a las redes sociales. Ni la ubicación, ni el surtido. La clave son las personas, el trato del día a día, que te elijan por algo diferente. No hablo de precio, hablo de que te elijan porque la gente se siente cómoda aquí, confía en que no se la vas a jugar, en que le vas a asesorar bien.
¿Cómo ha cambiado la clientela en estos años?
Ha cambiado muchísimo. Sin ir más lejos, hace 25 años teníamos clientes de vino diario. Ahora viene mucha gente distinta, porque el vino, más que beberse, se regala. Por eso hemos invertido muchísimo en packaging, en estuches, en papel, en presentación, etc. Y preguntamos mucho para poder asesorar bien. También hemos perdido la clientela francesa que antes venía y se gastaba 200 euros. Ahora ese ticket de 200 se convierte en seis tickets de 30, que también está bien, pero es diferente.
¿Ha sido difícil adaptarse al entorno digital y a la venta ‘online’?
Digitalizar todo ha sido un esfuerzo horrible, muy costoso.
¿Considera que el esfuerzo ha merecido la pena y que Internet les ha abierto nuevas oportunidades?
Sin duda. Nuestras ventas por Internet no nos aportan una facturación significativa, pero de vez en cuando te da toques. Por ejemplo, hace poco le vendimos doce botellas de 150 euros a un chino que vivía en Berlín. Internet es, sin duda, una ventana al mundo.
Entonces, ¿la tienda física sigue siendo el pilar principal del negocio?
No. Yo siempre digo que España vive de los extranjeros. En nuestro caso, lo que vendemos, no aquí en la tienda, sino mediante la distribución en hostelería, lo vendemos porque en San Sebastián hay gente de fuera que viene a gastarse la pasta y ya está. Es así, hay que ver la realidad de las cosas.
Mencionaba antes la pérdida de clientela francesa. ¿A qué cree que se debe?
Vuelvo a lo mismo. Porque Irun no es un lugar atractivo ni cómodo para venir. Y no hablo del tema de la seguridad. Es que parece que Irun lo diseña el enemigo, no hay ningún tipo de facilidad para que la gente venga.
¿Qué medidas cree que podrían hacer Irun más atractiva para visitantes y compradores?
Además de tener un buen mercado municipal, que es clave, creo que algo que siempre ha funcionado y todavía funciona son los mercados de productos. No organizar tanta carrera en el Centro, que cada dos por tres nos cortan el acceso y los clientes de fuera no pueden llegar. Hay que crear cosas que tengan sentido. Por ejemplo, un hombre al que le dieron un premio, que pertenecía a una asociación de comerciantes de Pamplona, había creado una tarjeta de crédito de compra en los establecimientos asociados. Yo cada vez que intento hacer algo con Mugan, me resulta imposible. Es un tema muy frustrante para nosotros.
¿Qué objetivos se plantean a corto plazo?
Mi único objetivo ahora mismo es trasladar al hijo de mi socio, que trabaja con nosotros, la ilusión, que esto sea algo que le ilusione, que le pueda interesar. Es mi obsesión, porque creo que puede llegar a ser un negocio bonito, pero es que las circunstancias que le rodean se están complicando mucho y es muy difícil generarle ilusión cuando todo son palos en la rueda.
¿Cree que será posible mantener el negocio con una quinta generación?
Yo creo que sí. De otra manera, pero sí. Por ejemplo, creo que cuando nosotros nos jubilemos, la tienda física dejará de existir. Pero creo que el negocio podrá seguir. Y vamos a hacer lo posible para que siga.