En Zumaia no se queda en la plaza ni en el parque: se queda en el ‘Txurre’. Bajo ese apodo vive el quiosco de Helados Lopez (antes de churros y barquillos) de toda la vida. Tienen dos quioscos, uno en Eusebio Gurrutxaga, abierto durante todo el año, y otro arriba de la playa de Itzurun, abierto en temporada estival. Detrás del mostrador, Juan Mari López lleva desde los 14 años repartiendo barquillos, cortes y bolas de helado a varias generaciones. Hoy tiene 70 años y una historia que arranca en 1943, con sus padres. En esta entrevista comparte recuerdos, anécdotas y reflexiones sobre el oficio.

¿Cuándo se abrió el ‘Txurre’? 

Mis padres, de origen santanderino, eran de Bergara y vendían barquillos. Eran tres hermanos y mis padres decidieron venir a Zumaia en 1943 para abrir el mismo negocio. Mis padres traían el carro y el bombo a la playa y aquí vendían barquillos. Después, en los años 50 o 60, comenzaron a hacer helados (mantecados). Tenían un local por la calle de San Telmo y ahí los fabricaban. Nosotros nacimos en la misma calle. También tuvieron, hace unos 65 años, una churrería (de ahí el ‘Txurre’) muy cerca de donde está el quiosco actual de la plaza. Se nos quedó el mote de churreros aunque luego ya no hacían churros. La churrería cerró cuando abrieron el Hogar.

Los padres de Juan Mari Lopez, con el carro y los barquillos en el bombo, en Zumaia. N.G.

¿En qué año se incorpora? 

Yo llevo vendiendo helados desde los 14 años y tengo 70, saca cálculos. 

Carros y quioscos

De los carros a los quioscos. 

Sí. Se movían con el carro vendiendo mantecados. Estaban en la plaza de Amaia, iban a Zarautz cuando había fiestas, subían a San Miguel cuando estaban de celebraciones... Ese carro estuvo mucho tiempo en la plaza Eusebio Gurrutxaga. Después el Ayuntamiento de aquel entonces autorizó a poner unos quioscos, donde vendían mantecados y caramelos. Luego hubo otro quiosco, de madera, hasta 2015 y el de ahora lleva diez años. Vendemos helados, caramelos, pipas... 

Carro de helados, caramelos y barquillos en la plaza Eusebio Gurrutxaga de Zumaia. N.G.

Los barquillos, los churros y los helados eran artesanos. 

Sí. Los barquillos se hacían con unas planchas de hierro, en el local de San Telmo. También hacían los mantecados. Aprendieron a hacerlos preguntando, informándose y haciendo. Me acuerdo que se compraba la leche de los caseríos de Zumaia, se usaba canela y una rodaja de limón... Mis padres durante muchos años sólo hacían mantecados de vainilla. Antes de que yo me hiciera cargo del ‘Txurre’ empezaron a hacer de fresa y de chocolate. En aquel entonces ya vendían hasta barras de helados para llevar a casa. En el quiosco el helado se servía en bola, en cucurucho, y también en corte, con dos galletas. Ahora se vende en cucurucho y en tarrina.  

¿El helado triunfaba en esa época? 

Sí. Industrialmente no se conoció hasta más tarde. Pero mis padres lo vendían en Zumaia. Se consumía mucho en fiestas. Se metía en una garrafa de acero y para conservarlo echaban alrededor hielo y salmuera. Íbamos a la playa de Santiago y cuando la gente se iba del arenal compraban un helado. Cuando entré en el negocio tuvimos un quiosco en la arena. 

Dueño del negocio

¿Qué pasos da cuando se convierte en el dueño del negocio? 

Tenía 23 años. Cambié las máquinas, compré máquinas electrónicas. Pasé de los mantecados a los helados, haciendo más sabores. Vas haciendo combinaciones, pruebas sabores... Hasta que das con la tecla.

Lleva toda una vida en el negocio. ¿No se ha aburrido nunca? 

Para nada. Los años pesan y se nota. Funciono como los autónomos de hace 40-50 años. Meto muchas horas. Mi primo (Javier Manteca, también trabaja en el ‘Txurre’, aunque el suele estar en el de la plaza) y yo somos de la vieja escuela. No sabemos delegar... Cuando se jubile mi primo, que es más joven que yo, se dará por cerrada la historia del ‘Txurre’. 

Entrada a la plaza Eusebio Gurrutxaga de Zumaia, con la caseta-quiosco del 'Txurre' en la izquierda. N.G.

¿Relevo generacional?

¿No hay relevo generacional? 

No. 

¿No le da pena que el ‘Txurre’ se “olvide”? 

Tampoco. Es ley de vida. Cuando cerremos la gente se olvidará a las dos semanas del ‘Txurre’. La generación que ahora ya es mayor se acordará de los barquillos de mis padres y de esas épocas. La gente joven come otras cosas, tiene otros hábitos...

El ‘Txurre’ es más que eso. La gente, de todas las edades, no queda en la plaza ni en el parque, quedan en el ‘Txurre’. 

Eso es verdad. El de la plaza, por ejemplo, en vez de quedar en la farmacia de al lado o en algún bar quedan en el ‘Txurre’. En la playa también cuando le suena el teléfono a la madre dice que está “arriba en el ‘Txurre’ comprando un helado”. Aun así, como digo, con dos generaciones (mis padres y la nuestra) es suficiente. Mis hijos han tomado otros caminos. Este trabajo, como lo hemos llevado nosotros, es muy esclavo. Me han visto trabajar todos los veranos... 

Futuro de los quioscos y evolución turística de Zumaia

¿Qué futuro cree que les depara a los quioscos? 

Salvo en temporada alta, que se ponen en sitios estratégicos, ya no son rentables. La gente va a grandes superficies. Prefieren comprar un pack de seis helados industriales y comerse la caja entera. Los quioscos pequeños ya están en extinción. 

Ha sido testigo de la evolución turística de Zumaia. ¿Cómo lo ha vivido? 

Justo la playa de Itzurun se ha vuelto muy famosa, pero ha perdido el encanto familiar que tenía. Antes venían familias de alrededor y pasaban todo el día aquí. Ahora, en los pueblos del interior tienen piscinas municipales y la mayoría de los turistas vienen a sacarse una foto y se van.