En el calendario hay fechas que pasan casi en silencio. Y otras, como el Día de las Personas Jubiladas, que invitan a detenerse, mirar hacia atrás y honrar las huellas que deja una vida de trabajo, entrega cotidiana y compromiso. Este año, el homenaje anual que Oñati brinda a sus mayores ha tenido rostro de mujer. O mejor dicho, dos rostros, dos historias y dos caminos recorridos: el de Margarita Olalde y Mª Jesús Beloki. La jornada organizada el domingo por Pake Leku Elkartea arrancó tras la misa del mediodía en la parroquia. Al ritmo del txistu y el imprescindible aurresku, la alcaldesa Izaro Elorza y la concejala Lierni Altube les impusieron la clásica pañoleta a ambas protagonistas, y también se les hizo entrega de un ramo de flores.
Emocionadas y muy agradecidas se mostraban Margarita y Mª Jesús, una vez de ser distinguidas como “amamas” de honor de 2025 durante el Jubilatuen Eguna.
En la casa Kamiñero
La periodista Miren Urkiola fue la encargada de conducir el acto y de, a su vez, desgranar algunos retazos de la vida de las homenajeadas. Margarita vino al mundo en la casa Kamiñero del barrio de Zubillaga, el 23 de febrero de 1937, en el seno de una familia numerosa que formaron Eugenio Olalde e Isabel Beloki con sus siete hijos e hijas.
A los 19 años, se mudó al centro urbano, instalándose en la calle Roke Azkune. Allí comenzó una nueva etapa, que años más tarde se consolidaría con su matrimonio, a los 28 años, con Miguel Igartua. Fruto de esa unión nacieron tres hijos e hijas. Cuando Margarita se jubiló, lejos de detenerse, encontró una nueva manera de seguir activa: se convirtió en socia de Pake Leku, un espacio que se transformó en una segunda casa para ella. “Su presencia en las actividades ha sido constante y entusiasta: bailes, coro, viajes, charlas, partidas de bingo...”, relataba Urkiola.
De Bidania a Oñati
Hace ya 61 años que Mª Jesús, junto a sus hermanas Feli y Lurdes, llegó desde Bidania a Oñati, donde formó su hogar y familia. Las tres se vincularon a Pake Leku, y especialmente en los primeros años tras su jubilación, la homenajeada tomó parte enérgicamente en numerosas actividades, destacando su preferencia por los viajes de varios días, que tanto disfrutaba. Con el paso del tiempo, al vivir “en la otra punta del pueblo”, su presencia en el hogar fue haciéndose menos frecuente. Además, la enfermedad de su marido la llevó a reducir su participación en la asociación, de la que, sin embargo, ha seguido, y seguirá, siendo socia.
Margarita y Mª Jesús centraron las miradas en una jornada que tuvo más protagonistas: las y los jubilados que festejaron su día en torno a la mesa. La comida, que se celebró en el claustro de la parroquia, sirvió para recordar viejos episodios y muchas anécdotas entre un buen puñado de eternas y veteranas sonrisas.