Brinkola es un barrio de Legazpi que no deja de sorprender a los visitantes. Es un mundo concentrado en un barrio. El planeta Brinkola. Ya les gustaría a algunos lugares que aparecen en todas las guías tener tantos atractivos como este pequeño barrio de Legazpi. Tiene un museo (el del pan), un molino (el de Igaralde), un puente que atraviesa el barrio (en proporción, más grande que el Golden Gate), un embalse (el de Barrendiola), una marcha montañera (Aizkorrin Barrena)... ¡y hasta un invernadero que podría opositar a entrar en el libro Guinness de los récords!

Se trata de un invernadero minúsculo que no deja indiferente a nadie. ¿Por qué es tan pequeño?, ¿será que el dueño está concienciado con el cuidado del medio ambiente y no quiere utilizar mucho plástico?, ¿qué habrá plantado dentro?, ¿cuántas calabazas cabrían?, ¿cómo lo hará su propietario para maniobrar dentro de él?, ¿cómo consigue salir sin llevarse el invernadero puesto? El invernadero de Brinkola, hermano pequeño (más bien minúsculo) de los de Almería, provoca ternura. Los chubasqueros que venden en los chinos tienen más plástico que el invernadero de Brinkola. Más que un invernadero, parece una boca del metro de Bilbao.

Pero, tal y como se ha indicado, Brinkola tiene muchos otros atractivos. Cuenta hasta con fiestas patronales. Se celebran a finales de agosto, en honor a San Agustín, y todos los años atraen a mucha gente. Este año han conmemorado el 50º aniversario de un concierto que tuvo lugar en Brinkola y han actuado, entre otros, los míticos Pantxoa eta Peio.

Serie de ETB

Pero Brinkola no solo tiene conexión con la música, también con la literatura y la televisión. La exitosa trilogía de la escritora legazpiarra Ane Odriozola tiene como protagonista un caserío de Brinkola: Gibola. Y una serie de ETB se tituló Brinkola.

Además, al igual que todo lugar turístico que se precie, Brinkola está bien comunicado y ofrece alojamiento. Los visitantes pueden acercarse a Brinkola en tren y alojarse en la casa rural Bergaretxe Geltokia. No se arrepentirán de la elección, pues Bergaretxe Geltokia ofrece unos apartamentos de lujo, con unas vistas espectaculares y un jardín donde olvidarse de todos los problemas.

En cuanto a la estación, tiene pedigrí. Como toda estación que se precie, por sus andenes han pasado infinidad de personalidades. Por ejemplo, Jesús Agirre, marido de la duquesa de Alba. El tren en el que viajaban Cayetana de Alba y Agirre rumbo a París tuvo que parar en Brinkola, a causa de la nieve. Pasaron la noche allí. La duquesa no bajó del tren, pero por la mañana Agirre fue al bar de la familia Madina-Iñurritegi a desayunar. Se marchó de pena, porque la avería de la línea se reparó para el mediodía y no pudo quedarse a comer lo que estaban preparando las cocineras del bar de Brinkola. No sabía nada Agirre... ¡Donde estén los productos de la huerta de Brinkola, que se quiten los restaurantes parisinos