El barrio de Sorabilla de Andoain celebra este domingo su tradicional fiesta de la Virgen del Coro. Este año, además de los actos tradicionales, a las 12.15 horas se volverá a colocar en la iglesia de San Martín, el antiguo reloj campanero.

Burdina Taldea, la asociación que se encarga de recuperar la memoria histórica del valle de Andoain, se ha encargado de restaurar esta joya. Durante los últimos meses ha estado expuesta en su local de la calle Extremadura al que se han acercado numerosos vecinos, sobre todo en los días de puertas abiertas con motivo del Día de los Museos en el mes de mayo. También se han personado cargos institucionales.

“Cuando encontramos el reloj campanero lo que hicimos fue bajarlo de la iglesia y llevarlo a nuestro local. En una primera fase (en 2023) hicimos una limpieza general de todos sus elementos y en una segunda fase, que la hemos llevado a cabo este año, lo que hemos hecho ha sido montarlo”, explica Xabier Arregi de Burdina Taldea. De estos trabajos, además de Arregi, se encargaron los voluntarios de Burdina Ander Armendariz, Joxe Alcántara y Juanjo Cancio. Asimismo, para esta labor contaron con la colaboración del Ayuntamiento de Andoain y de Yeregui Elkartea, saga familiar experta en restaurar relojes antiguos.

Esta semana lo han trasladado a Sorabilla y desde mañana se podrá ver a la entrada de la iglesia. “Cuando nos llevamos el reloj, los vecinos de Sorabilla nos pedían que luego lo devolviéramos a su lugar, algo que nosotros también compartíamos. La única diferencia es que no lo pondremos en la torre, sino que estará en la entrada”, señala Arregi.

De este modo, todas las personas que lo deseen podrán ver el segundo reloj campanero más antiguo de Gipuzkoa que data de 1780 y cuenta con 500 kilogramos de peso. El reloj más antiguo, de 1740, se encuentra en Hernani.

La maquinaria de Sorabilla tiene lo que se llaman tres trenes, una para el movimiento y las otras dos para la sonería. Se trata de un reloj excepcional, puesto que además de las horas hacía resonar los cuartos a través de un sistema de programación rudimentario. 

Así las cosas, este domingo a las 12.15 horas miembros de Burdina Taldea y de Yeregui Elkartea explicarán la historia del reloj y las labores de restauración que han llevado a cabo durante casi dos años.

Sorpresa entre las tejas

El reloj campanero lleva muchos años en silencio. Le faltan algunas piezas, algunas importantes, y sobre todo las que eran de bronce, que posiblemente las robaron. Por ello, el objetivo de Burdina Taldea nunca ha sido ponerlo en funcionamiento, ya que conseguir las piezas sería muy costoso, pues habría que hacerlas a medida. 

Además, descartaron la idea de volver a subirlo al campanario. “Tendríamos que volver a desmontarlo para subirlo hasta allí y además la madera y el suelo de la torre están en muy mal estado”, relata Arregi.

Por tanto, el reloj llevaba tantos años en desuso, que no se sabía de su existencia. Así, su hallazgo fue toda una sorpresa.

“Nosotros, aparte de nuestra labor más conocida como es la recuperación de caleros y molinos ligados al pasado minero del valle de Leitzaran, nos encargamos de estudiar la etnografía para conocer cómo se vivía antes”, apunta Arregi.

Por ello, cuando se arregló el tejado de la iglesia de Sorabilla, un técnico de la Diputación les avisó de que habían encontrado una teja con un símbolo. “Tenía una alpargata dibujada para señalar quién la había producido o quién la había encargado hacer. Me la dio para que la guardáramos y me dijo que podía encontrar más; pero cuando subí al tejado, en vez de tejas, con lo que me encontré fue con un reloj campanero”, recuerda Arregi.

Aunque el capítulo de la recuperación del reloj campanero termine mañana, los planes de Burdina Taldea, seguirán adelante.

Su próximo trabajo, que verá la luz en breve, será la recuperación del antiguo embarcadero que se encontraba en el río Leitzaran, cerca de la ermita de la Santa Cruz, y el taller de anclas que se hallaba al lado. De hecho, la calle paralela a Leitzaran Kalea conserva el nombre de Aingurasutegi. Además, todavía hoy en día se puede observar el lugar en el que existía el acceso al río. “Pondremos un panel informativo con una foto grande y una antigua ancla, que ya hemos conseguido”, indican desde Burdina Taldea.