María Aranberri es una joven del barrio azpeitiarra de Nuarbe que cayó atrapada por ese particular ecosistema vinculado a la pasión por el motor que se respira en la comarca de Urola Erdia cuando apenas era una niña. Al igual que otros muchos jóvenes de la comarca se sintió atraída por los coches, tanto que, a día de hoy, da rienda suelta a su afición participando en pruebas de rally como piloto. A ello se le suma la labor que desarrolla en Emakumeak Automobilismoan, una asociación formada por mujeres federadas que vio la luz hace algo más de un año con el objetivo de dar visibilidad a la mujer en el mundo del motor.

¿Cómo llega una chica de Nuarbe a sentirse tan atraída por el mundo del motor como para terminar compitiendo como piloto?

La verdad es que en casa no les hacía mucha gracia que yo me dedicara a participar en carreras. No se puede decir que la afición me venga de casa. Cuando era niña tenía unos compañeros de clase a los que les gustaban los coches y un primo que también tenía mucha afición por el motor. A fuerza de estar con ellos, a mí también me empezaron a gustar. Nos parábamos a mirar los coches que veíamos en la calle, a diferenciarlos por el sonido y a dibujarlos. Todos los días volvía de la escuela a casa con el dibujo de algún coche.

Entiendo que no tardaría mucho tiempo en obtener el carné de conducir una vez que alcanzó la mayoría de edad.

Con 16 años tuve una scooter para poder desplazarme desde la casa en la que vivo hasta la calle, pero la verdad es que dos días después de cumplir los 18 años ya tenía el carné de conducir. En casa vivimos muchos y solía conducir el coche que estaba libre. Luego empecé a salir con Xanti, otro apasionado de los coches. Estaba preparando un BMW E30 y se puede decir que aquel fue mi primer coche. Él es el que se preocupa del apartado mecánico, más que yo. De hecho, dice que su función es arreglar todo lo que yo estropeo en las carreras.

Desde que tuvo la oportunidad de conducir ese BMW E30 hasta ahora, ¿Cuántos coches han pasado por sus manos?

Muchos, sobre todo de la marca BMW. De hecho, ahora tenemos dos, un BMW 36 328i que es el que utilizo en las carreras y el BMW E36 con el que participé en el Rally de Vehículos Clásicos de Azpeitia junto a mi copiloto, Maite Lekuona, de Aulestia. Es un coche de calle del año 1994. Además, tenemos un Volkswagen Golf para el día a día y una furgoneta que utilizamos para desplazarnos a las carreras.

Si algún día llegara a contar con el dinero suficiente para comprar el coche de sus sueños ¿cuál elegiría?

Diferenciaría entre un coche para las carreras y otro para la calle. En el primer caso creo que con el BMW 36 que conduzco ahora tengo más que suficiente a día de hoy. Necesito más experiencia como piloto para sacarle el máximo rendimiento, pero lo que sí sé es que, si pudiera elegir, elegiría uno muy potente. Lo que sí tengo claro es qué coche quiero para la calle. Me gustaría hacerme con un BMW M3. He tenido muchos BMW, pero ningún M3.

Esa pasión por el motor invita a pensar en grandes viajes al volante de su vehículo. ¿Tiene preferencia por algún destino?

No solemos viajar mucho, solo para participar en las pruebas que se celebran en nuestro entorno. Pero tenemos el circuito de Nürburgring marcado como destino. Me gustaría conducir en el infierno verde, como se conoce a ese circuito.

¿Cuál ha sido su trayectoria desde que se inició en el mundo de las carreras como copiloto hasta que dio el salto de ponerse a los mandos de su propio vehículo?

Empecé en el año 2017 como copiloto del elgoibartarra Unai Usobiaga. Tomé parte en muchas carreras hasta que el año pasado me animé a debutar como piloto en la Subida a Urraki.

Las personas que no siguen el mundo de las carreras y los rallyes podrían pensar que hablamos de un espacio copado en exclusiva por los hombres. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, si nos atenemos al papel que está jugando la asociación Emakumeak Automobilismoan en el automovilismo vasco.

Hay muchas mujeres en el mundo del motor. Lo que perseguimos con esta asociación es dar visibilidad a la mujer. Gracias al apoyo de las unas a las otras hemos logrado mucha fuerza. Un ejemplo de ello es el Rallysprint de San Miguel, que fue organizado única y exclusivamente por mujeres. No solo participamos en la organización, también competimos. Estuvimos cinco mujeres piloto en carrera. El reto es mostrar que no hay diferencias entre hombres y mujeres en mundo del motor a la hora de pisar el acelerador. Somos iguales, no hay diferencias.