La tradición armera de Eibar no se circunscribe a las armas de fuego como tienen ocasión de comprobar todos los que se acercan al Museo de la Industria Armera, marco de una exposición titulada Los filos del museo, que podrá visitarse hasta el próximo 20 de octubre y en la que se pueden admirar diferentes tipos de armas blancas, desde sables, a machetes, pasando por bayonetas, algunas de ellas fabricadas en esta localidad.

La exposición alberga 25 de las 44 armas blancas con las que cuenta el museo. Algunas de ellas datan de una colección de 1914 que contaba con seis piezas, aunque cuatro de ellas han desaparecido. Las dos que perviven, una hoja recta marcada con el texto Fábrica de Toledo 1859, acompañada de un escudo de España, y un sable kilij con su vaina, usado por la tropa del imperio otomano en el siglo XIX, que tiene como particularidad una empuñadura hecha con cuerno, están presentes en la muestra. A aquellas primeras armas se le fueron sumando otras a lo largo del tiempo a raíz de diferentes donaciones, dando lugar a un más que atractivo fondo que el Museo de la Industria Armera ha sacado a la luz con Los filos del museo.

Los que pasen por la exposición podrán admirar también varios sables fabricados por maestros armeros de Eibar. Esas piezas, entre las que se incluyen varias cedidas por el Museo de Armería de Álava y el museo San Telmo de Donostia, se ubican en una misma vitrina. En ella podemos encontrar un sable que perteneció a Juan José Martínez de Villarreal, conde de Villarreal, Grande de España y general carlista. El arma fue fabricada en 1874 y el responsable, por lo menos de ejecutar la guarnición con la que se protege la mano que sujeta el sable, fue el taller del armero Eusebio Zuloaga, padre de damasquinador Plácido Zuloaga y abuelo del pintor Ignacio Zuloaga. A su lado podemos ver otras piezas de interés, como un sable a capricho para oficial de ingenieros datado en 1875 y fabricado por la firma Yturrioz y Echeverría, también de Eibar. Se trata de un arma con guarnición de latón dorado y empuñadura de madera recubierta con la rugosa piel de un escualo y sujeta con torzal de cobre para facilitar su agarre.

Esgrima histórica

La puesta de largo de la exposición llegó de la mano de una visita guiada el pasado jueves en la que Iker, miembro del club de esgrima CSE de Vitoria-Gasteiz, y Patxi, componente la asociación donostiarra Sala de Armas Ignota, acercaron a los asistentes algunos aspectos de la historia de las espadas y los sables antes de iniciar un recorrido por la sala para conocer más en detalle algunas de las piezas expuestas.

Ayer, los miembros del club de esgrima CSE y la asociación Sala de Armas Ignota volvieron a acercarse a Eibar para ofrecer una exhibición esgrima histórica, recreando el uso de armas del tipo de las que se pueden admirar en la muestra del Museo de la Industria Armera.

Los sables y las espadas tienen un indudable valor cultural, histórico y, en muchos casos, artístico debido a los bellos adornos que incorporan muchas de ellas. Sin embargo, no se debe perder de vista que, pese a ello, siguen siendo armas, lo que significa que su finalidad principal no es otra que ser utilizadas como elementos de combate. Esta función fue muy relevante hasta bien avanzado el siglo XIX, pero terminaron siendo relegadas a un uso residual tras la expansión del uso de las armas de fuego. Pero mientras fueron elementos de uso común, conocer su manejo resultaba fundamental a la hora de enfrentarse a un enemigo. Un buen esgrimista o espadachín, conocedor de las técnicas de la lucha con la espada o el sable, contaba con una indudable ventaja sobre su rival a la hora de cruzar los hierros en un combate cuerpo a cuerpo. Ayer, los miembros de club de esgrima CSE y Sala de Armas Ignota pusieron en valor la función de estas armas en una exhibición de esgrima histórica que tuvo como marco al Museo de la Industria Armeraque. Durante el encuentro, que protagonizaron ataviados con ropa de época, mostraron diferentes sables y espadas, así como la forma adecuada en utilizarlas en un combate.