Eneko Álvarez Basauri forma parte de una saga de txistularis conocida en Soraluze con el nombre de Motxa. Tocar el txistu en su familia ha sido una constante a la que dieron inicio su bisabuelo Pedro y sus hermanos, y han seguido otros miembros hasta llegar a Eneko, que forma parte de la cuarta generación de txistularis de la familia. Con tanto txistulari en su entorno, estaba abocado a aprender a tocar ese instrumento. Lo que no era tan evidente es que este chaval de 18 años de edad fuera capaz de fabricarlos él mismo y, además, de hacerlos con unos acabados y una sonoridad más que satisfactorios. Entre los proyectos que ha llevado a cabo se incluyen varios txistus de ébano y boj, palos para el tamboril y un par de txirulas, a los que se añade un txistu que, como Eneko señala, es único, ya que en ningún otro lugar se puede encontrar uno hexagonal como el construido por el joven soraluzetarra. “Mi abuelo, José Ángel Basauri, me dijo que ya que me había embarcado en este aventura, tenía que hacer algo que dejara huella, y eso me ha llevado a construir este txistu que tiene seis caras, a diferencia de los clásicos, que son circulares,”.

Muestra de instrumentos realizados por el joven soraluzetarra.

El origen de este proceso hay que buscarlo en la idiosincrasia del propio Eneko, un chaval que siempre se ha sentido atraído por el mundo de la mecánica y la fabricación. De hecho, acaba de iniciar los estudios de Ingeniería Mecánica en Mondragon, lo que le ha llevado a relegar a un segundo plano la fabricación de txistus, aunque no descarta retomar el proyecto en el futuro y poner en valor el conocimiento adquirido en los últimos años. “Siempre me ha gustado hacer manualidades, trabajar con herramientas y fabricar cosas. Si había que hacer alguna chapuza en casa me apuntaba enseguida. Por eso cuando mi abuelo me dijo que Aitor Amor tenia en su taller en un viejo torno con el que podría aprender no lo dudé”.

Su primer contacto con el torno, una máquina de más de 80 años de la marca Boley adquirida como chatarra por Amor en la antigua fábrica de cañones SAPA, llegó con 13 años. Desde entonces ha llevado a cabo un proceso de aprendizaje en el que ha contado con el asesoramiento de su abuelo, José Ángel Basauri, y el de José Mari Mendia, un tornero de la vieja escuela, ya fallecido, que le enseñó muchos de los secretos del oficio.

Una deuda pendiente

Aitor Amor, que había tocado el tamboril junto al abuelo de Eneko, José Ángel, fue quien le lanzó el desafío de fabricar un txistu. En un primer momento pensó que el reto excedía sus capacidades pero, poco a poco, vio que podía ser posible. Además, en su familia había una cuenta pendiente que había llegado el momento de saldar. ”Mi abuelo ya intentó en su momento fabricar un txistu, pero el resultado final fue un desastre. La perforación que les hicieron en la madera para prepararla fue mala y desistieron. Pensé que yo podía tener más suerte y empecé a trabajar en la idea de fabricar mi primer txistu”.

Tomando como modelo las medidas de uno viejo que guardaba en casa, inició un arduo proceso que le llevó a fabricar todos y cada uno de sus elementos, desde la boquilla a la lengüeta, pasando por el más pequeño de los tornillos que compone un txistu. Con el apoyo de su abuelo y el de Aitor Amor, un maestro artesano conocedor del trabajo en madera y el grabado fruto de su pasado como armero, vio la luz el primer txistu de Eneko. ”Usé dos pedazo de madera de boj que Aitor tenía en el taller para hacer los dos primeros modelos. No sonaban muy bien pero se podían tocar, por lo que me animé a hacer uno con ébano, que es la madera que se utiliza habitualmente”.

El resultado con el ébano fue más que satisfactorio. Las pruebas con el afinador fueron positivas por lo que solo quedaba hacer uso del conocimiento adquirido en el proceso de aprendizaje y sacar rendimiento a todo el material que había comprado y al aparataje diseñado para la fabricación de las diferentes piezas del instrumento. Fruto de esa labor fueron seis txistus de ébano más que Eneko guarda como oro en paño en su casa. A ellos se les han sumado un par de txirulas, palos para tocar el tamboril y el ya citado txistu hexagonal. ”Es bonito y suena bien, aunque en un tono un poco alto. No sé si es porque usé boj en lugar del ébano o por la forma hexagonal del txistu, que hace que la altura de chimenea de los agujeros sea mayor que en los convencionales. Puede parece una excentricidad, pero estoy contento con el resultado. Además, no encontrarás un txistu de este tipo en ningún otro lugar del mundo”, manifestó Eneko en su despedida.