Urbia es un lugar muy especial para muchos guipuzcoanos y los árboles que dan la bienvenida y marcan el camino a los montañeros son ya todo un símbolo del lugar. Algo así como la barandilla de La Concha para Donostia.

Zaldua, el primero por la derecha, con varios montañeros y frailes. | FOTO: N.G.

Los árboles se plantaron en distintas fases. El montañero zumarragarra Juan Mari Gabilondo comenta que en la primera fase se plantaron los que van del collado de Elorrola a la ermita, de la ermita a la fonda y hasta el riachuelo. La foto que acompaña este reportaje se sacó en 1930 y en la misma se puede ver que los árboles que van de Elorrola a la ermita se acababan de plantar. En la misma se pueden ver también los que van hacia la fonda y hacia el riachuelo. De todas las filas de fresnos existentes en Urbia, son las que presentan un mayor follaje.

Una de las hileras de fresnos de Urbia. | FOTO: N.G.

Posteriormente se plantaron otras hileras de árboles para facilitar el camino a los montañeros en las campas de Urbia, pues solían perderse. Los árboles que se plantaron en las últimas fases tenían una clara función orientadora. Cuando entraba la niebla, los montañeros buscaban el río y después se dirigían a las hileras de fresnos. Gracias a ellos, podían llegar a la fonda o la ermita. De ahí en adelante, con la ayuda de los árboles que se plantaron en la primera fase, podían bajar a Arantzazu sin dificultades.

Muchos años después, los árboles siguen haciendo de guías para todos los que se acercan a Urbia. Se lo debemos a los montañeros que, durante décadas, se tomaron el trabajo de plantarlos. Entre todos esos montañeros hubo un grupo de Zumarraga y Urretxu. Este grupo de montañeros tenía por costumbre ir a Urbia todos los domingos, desde primavera hasta otoño. Salían del apeadero de Zegama, cruzaban Andraitz y se dirigían a la ermita de Urbia. Allí se reunían con otros montañeros y con los frailes de Arantzazu.

Este grupo de montañeros disponía de una cocina, un almacén, un comedor y un baño en una estancia contigua a la ermita. Antes de misa preparaban y tomaban un caldo y después del oficio preparaban la comida.

La ermita de Urbia se había inaugurado en 1924. Se construyó para que los pastores no tuvieran que bajar hasta Arantzazu. La construcción de la ermita la impulsaron los frailes de Arantzazu y en su inauguración se reunieron 5.000 personas. Salió un tren especial desde Bilbao, a las 3.00 horas.

De Beloki a Urbia

Tal y como se ha indicado, algunos de los árboles que llevan a la ermita y a la fonda los plantó el mencionado grupo de montañeros zumarragarras y urretxuarras. Uno de los integrantes del grupo era Jose Inazio Zaldua, del caserío Sagaspe de Zumarraga. Zaldua cogió esos fresnos del monte Beloki de Zumarraga y los volvió a plantar en Urbia.

El montañero urretxuarra Javier Fernández recuerda bien aquella labor de plantación, pues participó en ella. En los años 70, cuando aún era casi un niño, comenzó a ir al monte con el grupo Izaspi-Oargi de Zumarraga. Hoy en día, sigue yendo al monte e impulsando el montañismo, en la sociedad de montaña Ostadar. No sabe a ciencia cierta cómo surgió lo de plantar los fresnos. Cree que, seguramente, fue fruto de la relación de Zaldua con los montañeros de Oargi.

La mañana que plantaron los fresnos, Fernández estaba con su amigo José Félix González Uribesalgo Txef. Se dirigieron a Iturburu, con Zaldua. Este les entregó los arbolitos y les dijo a los dos chavales dónde debían plantarlos. Aquellos árboles llevados de las faldas del monte Beloki a Urbia son hoy en día, junto con el resto de los que se han plantado desde finales de los años 20 del siglo pasado, un símbolo de Gipuzkoa.