Acerca de las obras, se suele decir que se sabe cómo y cuándo comienzan pero no cómo y cuándo van a finalizar. Lo que le ha sucedido al zumarragarra Andoni Gil es una buena muestra de ello, pero en el sentido positivo. Decidió renovar el baño de manera un poco creativa y ese trabajo creativo le ha llevado a crear obras de arte. Ayer inauguró su primera exposición, en la casa de cultura de Zumarraga.

Gil nació en 1965 en Zumarraga. De muy joven fue a Madrid y vivió allí durante muchos años. “Estudié EGB y después me fui a Madrid. Estuve muchos años allí. Volví cuando murió el aita, porque la ama se quedaba sola. Dejé todo lo que tenía en Madrid para estar con la ama. Falleció hace cuatro años. No sabía qué hacer, pero ya era mayor para volver a buscarme la vida y mis hermanos me dejaron quedarme en la casa familiar”.

Los primeros pasos

Tras la muerte de su madre, decidió hacer la obra que le ha llevado a crear obras de arte. “Iba a poner unas baldosas en el baño y para cuando vino el amigo con las baldosas había tirado la cocina y el baño. Empecé a pintar el baño. Lo quería pintar de colores. No quería un baño convencional, azul y blanco. De la Real, como decía mi hermano. Tardé nueve meses en acabar el baño. Lo pinté ocho veces. De ahí, empecé a pintar azulejos. Me sobraban muchos azulejos y me puse a pintarlos. Cuando me quedé sin azulejos, empecé el proceso de reciclaje. Todo lo que pillaba, lo pintaba: metacrilato, chapa okume, madera fina, madera gruesa... Todo lo hago a mano, con cuchillo y lima, pues me corté un dedo con la rotaflex y decidí no utilizar más herramientas eléctricas”.

Añade que plasmar sus “locuras” le llena. “Le cogí el gusto a ver que de mí salía algo más de lo que había salido hasta entonces. No pinto con pincel, sino con palos que preparo yo mismo. Y mis obras tienen mucho color. En el momento en el que empecé, mi vida estaba bastante oscura. La pintura me hace sentirme libre, cada color es una apertura de mente... Me enganchó mucho”.

En sus obras utiliza la pintura que se utiliza para pintar paredes. “Las mezclas las hago yo, hasta dar con el color que tengo en mente. En todos los trabajos utilizo muchos colores. En algunos, más de 30. Todo lo he aprendido a base de probar. No tenía ni idea de cómo hacer las mezclas ni de pintar”.

Eso sí, siempre le ha gustado el arte y en Madrid acostumbraba a visitar museos. En cuanto al ámbito profesional, tuvo una empresa de limpieza y regentó un bar en el centro, en la calle del Pez. “De día servíamos tapas y por la noche le daba caña al bar con buena música y gente joven. Soy un rockero empedernido. Pero Esperanza Aguirre vivía al lado del bar y lo jodió todo. En dos años, muchos tuvimos que cerrar y se dejaron de organizar las fiestas de San Antón”. Madrid perdió un hostelero y Zumarraga ganó un artista.