A finales de septiembre de 2019 Horacio Argarate se despedía de la parroquia de San Juan Bautista de Arrasate para ponerse al frente de la de Oñati. Tres años más tarde, este eibarrés, que se ordenó sacerdote con 40 años, va a regresar a la localidad cerrajera para redoblar su labor de apostolado y compartir la administración de las parroquias de ambos municipios.

La escasez de sacerdotes y vocaciones, un serio problema con el que la Iglesia Católica lleva lidiando un tiempo, ha llevado a la Diócesis de San Sebastián-Donostia a realizar algunos movimientos para cubrir las vacantes que se van registrando en algunas parroquias, debido a los curas que se retiran por motivos como la jubilación o enfermedad.

La llegada de Argarate a Arrasate está prevista “de cara a septiembre”. Se abre, de este modo, un nuevo escenario en el que “tenemos que ver cómo vamos a organizar todo”, explica el párroco de Oñati. Argarate es consciente de que el estar a caballo entre Oñati y Arrasate traerá consigo “recortes o una manera diferente de funcionar” en los oficios religiosos y servicios que ofrece la Iglesia, “porque lo que hacen cuatro no lo puede hacer una sola persona”. Sin embargo, recalca que en este camino no está “solo” y que se esforzarán en “hacerlo bien”. “Nos tenemos que sentar para ver cómo vamos a abordar esta nueva situación”, señala Argarate.

Cambios también en debabarrena

La persona que sustituyó a Horacio en Arrasate, Victoriano Etxabe, se trasladará a la cercana comarca de Debabarrena. Nacido en el caserío Urain de Itziar, aunque a los pocos meses sus padres se mudaron al caserío materno Etxetxo del barrio zestoarra de Arroa Goia, Etxabe tomará las riendas, también a partir de septiembre, de las parroquias de Elgoibar y Soraluze.

Por su parte, el párroco de San Andrés de Eibar, Xabier Zubizarreta, colgará los hábitos a la vuelta de agosto para ser sustituido por su homónimo de Zumaia, el soraluzetarra Pedro Laskurain.