mpresionantes esculturas de hasta cinco metros de alto como la que decora la sede central de Eroski en Elorrio, y otras de menor tamaño, pero igual de monumentales, como Duintasuna, la obra que preside el Columbario de la Dignidad de Elgoibar donde reposan los restos mortales de personas desaparecidas en la Guerra Civil, o Arrazoiaren indarra (La fuerza de la razón), en homenaje a los trabajadores que perdieron la vida por los disparos indiscriminados de la Policía Armada el 3 de marzo de 1976 en el barrio gasteiztarra de Zaramaga, forman parte de la fructífera andadura artística de Iñigo Arregi. Heredero de la escultura vasca de posguerra, el reconocido artista arrasatearra no para y hasta el próximo 10 de septiembre protagoniza la exposición que acoge la galería Víctor Lope Arte Contemporáneo de Barcelona.

Once esculturas y siete relieves son el hilo conductor de Ordenando planos en el espacio, la muestra que encabeza la escultura dedicada al pintor José Luis Zumeta, fallecido el pasado mes de abril. “Cuando me preguntan qué artista me ha influido, digo Zumeta. Tu obra no tiene nada que ver con la suya, suele decirme la gente, pero no me refiero a eso. En los últimos 40 años mantuvimos una relación muy estrecha. Mi madurez artística surgió de conversaciones con muchos artistas, fundamentalmente con Zumeta”, explica un entusiasmado Arregi.

Hablaron por teléfono un día antes de morir. “Cuando me enteré que había fallecido me quedé impactado; esa misma tarde fui al estudio y empecé a dar forma al trabajo que he bautizado con el nombre Zumeta el artista infinito”, cuenta el escultor arrasatearra sobre una creación que define como “muy personal e íntima”.

La exposición que ha acercado hasta la capital catalana es “un ejercicio caleidoscópico de tradiciones que siguen vivas, de riesgos que se aceptan como una necesidad de crecimiento para el autor”, reza el catálogo que presenta la muestra, y que también detalla que se trata de “obras dinámicas, a la vez que robustas, que se enraízan en las formas cotidianas para mutar por medio de la combinación y la alineación en construcciones exóticas de alta carga estética”.

En la última década la producción escultórica de Arregi se ha multiplicado. No hay día en que no invierta unas horas en hacer arte. De hecho, asegura que su potencial creativo se encuentra “al 100%”. Sin embargo, con la experiencia acumulada en su quehacer artístico la mirada se ha vuelto “más reflexiva y las formas se están simplificando”, apunta. Sobre su discurso destaca que se ha “afianzado”. “Tengo un estilo propio; ahora trabajo mucho desde el punto de vista del laboratorio, voy investigando. Realizo tantas maquetas como ideas me van surgiendo, las medito y altero. Hago diferentes series a partir de un concepto”, precisa el escultor arrasatearra, en cuyas obras se denota una querencia inquebrantable por el arte, en el que empezó a experimentar con la pintura.

Echando mano de un lenguaje muy personal, Arregi trabaja las planchas de acero corten jugando con las formas, inclinaciones y volúmenes para acabarlas encajando como si de un puzle se tratara. Es una de sus señas de identidad. Un material (aunque no el único) que caracteriza a sus piezas; de honda raigambre en la historia y en la industria vasca, y muy particularmente “en la de nuestro valle del Deba”: “Mi padre trabajaba en Gelma y recuerdo el olor a taladrina, a hierro... Eso de algún modo te va marcando”, rememora sobre su infancia.

Heredero de la vanguardia escultórica iniciada por Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Néstor Basterretxea, Remigio Mendiburu, José Luis Zumeta, Amable Arias, José Antonio Sistiaga y Rafael Ruiz Balerdi, Iñigo Arregi pertenece “a una segunda generación de escultores vascos que recogerá la estela de las múltiples investigaciones anteriores y se implicará en innovaciones formales hacia una nueva reconsideración de lo objetual e instalados”, sostiene la miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, Conxita Oliver.

La de la galería Víctor Lope Arte Contemporáneo es la primera muestra que lleva a cabo tras el parón provocado por la crisis del coronavirus. El escultor arrasatearra no pasa por alto la situación actual que “nos ha dejado en shock a artistas y galeristas”: “Los espacios expositivos ya lo estaban pasando mal y estas restricciones ayudan muy poco; el público se ha visto aún más reducido. Esperemos que pronto pueda volver la normalidad”, sentencia este artista reconocido fuera y dentro de casa.

En la galería Víctor Lope Arte Contemporáneo pueden contemplarse once esculturas y siete relieves nacidos de las manos de Arregi

Con la experiencia acumulada en años de quehacer artístico, la mirada se ha vuelto “más reflexiva”, explica el artista arrasatearra