ómo era la Parte Vieja hace 200 años? ¿Y si viajamos más atrás en el tiempo? Calles, plazas, edificios que están o que fueron. De todo ello hay testimonio en la exposición Paseos por la Parte Vieja que se ha trasladado al espacio de muestras temporales del D'Museoa-Museo Diocesano, situado en la basílica de Santa María.

En la muestra, que podrá ser disfrutada hasta el 13 de septiembre, los visitantes se encontrarán con aproximadamente 700 imágenes y planos (200 de ellas de edificios que desvelan sus secretos).

Siguiendo con las cifras. En este paseo por la Parte Vieja y el Puerto, declarados conjunto monumental en 2019, se brinda la posibilidad de recorrer 28 calles, alguna ya desparecida, como la calle de La Zurriola, que partiendo de La Bretxa discurría por la parte trasera de San Vicente, pegada a las antiguas murallas. Una calle estrecha de estrechas casas.

Alberto Fernández D'Arlas, presidente de Áncora, anunció que cara a las próximas navidades está previsto que vea la luz el libro, en fase de maquetación, que recoge todo lo que se incluye en la muestra que el director del Museo Diocesano, Edorta Kortadi, invitó visitar. "Se recopila la historia del núcleo de la ciudad, el que venimos a visitar en los momentos más importantes", subrayó Kortadi.

Quien se acerque a Santa María se aproximará a detalles de la Parte Vieja poco conocidos. Conocerá que en el barrio que ahora tiene menos de 5.000 habitantes vivían en el siglo XIX 10.000 personas. Sabrá también que desde 1729 la población se repartía en cuatro barrios, con alcalde propio, que confluían en la intersección de la calle San Jerónimo y Fermín Calbetón. Allí se colocaron los cuatro rótulos de hojalata indicativos de cada barrio, del que solo queda el del Barrio Primero. Es una reivindicación de Áncora, recordó Fernández D'Arlas, que el Ayuntamiento recupere los tres restantes.

El paseo por 28 calles y plazas invita al reposo en las moradas de los indianos, con cuya fortuna se pudo reconstruir la Parte Vieja tras el incendio del 31 de agosto, casas con historia, las de aquellos que volvieron a Donostia tras hacer fortuna al otro lado del Atlántico. Secretos ya no tan bien guardados que interesarán a donostiarras y turistas.

Lo explicaba Eneko Oronoz, de Áncora. La visita parte de un muelle sin Aquarium en el que hubo un prado y sigue por las calles del conjunto monumental por el que se paseó en su día el indomable Etxekalte, que quemó su casa para que no la quedará su hermana. De ahí su nombre.

El papel de los indianos, la existencia de cuatro barrios y los paseos del indómito Etxekalte se asoman a la muestra de Áncora