La última casa del viejo Txomin Enea se despide
El edificio Benta Berri, que se construyó en 1924 con seis viviendas y el bar Shanti, desaparecerá hoy para dejar sitio a los nuevos pisos que se construyen en la zona residencial de moda de Donostia.
La última casa antigua de Txomin Enea desaparecerá de lavista del barrio para siempreen la jornada de hoy, si no se producen retrasos. Sus habitantes le dicenadiós con tristeza después de que cinco generaciones de una misma familia la hayan habitado y cuidado. Eledificio, de los primeros del barrioque se construyó como casa de vecindad en 1924, cuando antes solo habíacaseríos en la zona, será arrasadopara hacer sitio a nuevas construcciones. Ubicado en el paseo de Aintzieta 17, tiene tres plantas y seisviviendas y se llama Benta Berri, peromuchos la han conocido como lacasa azul o como la casa del Shanti,que era el bar, también de la familia,que ha ocupado su planta baja hasta que el pasado viernes cerró supuerta por última vez.
Malen Iparragirre Sasiain es unade las últimas moradoras del casicentenario edificio y deja escapar lanostalgia en sus recuerdos, a pesarde que el derribo estaba previsto desde hace muchos años. “Mi abuela,Magdalena Labandibar, y mi ama,Maritxu Sasiain, lucharon muchísimo por la casa y la familia y me damucha pena que desaparezca, asícomo los tres hermosos árboles quehabía y que ya han sido talados”, diceMalen, que admite que en su familia las mujeres tomaron muchas delas decisiones importantes. “Loshombres que nos han acompañadonos han apoyado, han sido buenos,hombres guipuzcoanos”, dice riendo.
Y aunque los varones han tenidomucho que ver en la historia familiar ?su hermano Santi ha sido elúltimo encargado del bar y su tíoabuelo, Luis, que trabajaba de arenero y llevaba la huerta que surtíade verdura fresca al local?, la historia de Benta Berri comenzó con subisabuela, Severiana Gaztañaga, quese quedó viuda con dos hijos. Lafamilia, que vivía en el caserío Irasmoenea de Martutene, entonces perteneciente al municipio de Altza,adquirió un pequeño terreno enLoiola y mandó construir la casa. Elarquitecto era de Hernani, segúndestaca Malen, que añade que Txomin Enea forma parte de Loiola hasta pasada la cárcel, aunque esta última se conoce como de Martuteneporque está más cerca de este barrio.Cuando el edificio de vecindad fueconstruido, entre esta zona y elensanche donostiarra no existían más que marismas. Por ello, muchasgestiones se hacían en Hernani,según añade, por lo que no extrañaque el arquitecto firmase allí su proyecto.
Además de resultar una modernaedificación, el bar restaurante Shanti comenzó a ser punto de reuniónde muchas personas de los alrededores. Tras el aitona, la madre deMalen siguió en el bar y luego su hijo.Los baserritarras se reunían a picaralgo los domingos al mediodía después de asistir a misa, y el trabajo ibacreciendo hasta el punto en que lafamilia tuvo que pedir refuerzos aOiartzun, de donde procedía una delas abuelas. “Así siguió todo hastaque dejaron de existir los caseríos”, rememora Malen, que recuerda también que el bar fue suministrador decomidas para la cárcel. “Algunos presos, los que podían, se hacían llevarla comida del bar para no comer loque daban en la prisión. Solían encargarla y pagarla los familiares”, señala Malen, que añade que conservaaún recuerdos sobre ello. “Tengo 57años y siendo niña llevé alguna vezcomida a la cárcel en unas cestas”.Por lo demás, la asistencia al localtambién se nutría de familiares delos internos de distintos puntos deGipuzkoa que iban a verles y de pasodisfrutaban de comida casera.
Pero estos recuerdos formaránparte de la historia desde hoy. Laexcavadora aguardaba ayer en la trasera del edificio, lista para entrar enacción. Hasta que termine su trabajo, Malen y su marido, Nicolás Pesquera, su hermano Xanti, su cuñada Marian Encinas, viuda del fallecido hermano Luis Iparragirre, y losúltimos descendientes de la familia?Iñaki, Maialen, Ainara y Nekane?sentirán la presencia de una casaque ha sido parte indisoluble delclan. “Ahora estamos en los pisosjunto a Kristobaldegi; está bien perono es lo mismo, no estamos acostumbrados a vivir con vecinos desconocidos”, dice Malen.
SEIS AÑOS DE DERRIBOSCaserío Aintzieta Berri
Bar Txomin El derribo previsto para hoy en Txomin Enea pondrá el punto final auna tarea que comenzó hace ochoaños y que ha culminado con ladesaparición de las edificacionesmás antiguas de este punto situadojunto al Urumea. La primera demolición, en 2011, afectó a la fábrica derefrescos la Carbónica, aunque después pasaron dos años sin movimiento. Hace seis, tocó el turno alcaserío Ainztieta Berri, que se hallaba junto a la cárcel. Por ese mismoespacio se creó uno de los accesos alnuevo barrio en obras que, en lasúltimas semanas, ha dicho adiós albar Txomin y edificios aledaños.