Una tamborrada sin límites
La Anunciata 75 Elkartea se convierte en un modelo de convivencia ejemplar entre los 90 integrantes de una compañía que se reparte a uno y otro lado de la muga entre Donostia y Pasai Antxo
dentro del contexto actual, en el que las líneas divisorias y las delimitaciones geográficas suelen convertirse en inagotable fuente de conflicto, afortunadamente hay ejemplos de convivencia que trascienden fronteras y se perciben como un soplo de aire fresco. Es el caso de la joven compañía La Anunciata 75 Elkartea, que desfilará con su brío habitual el domingo por cuarto año consecutivo por las calles de Altza. Sus integrantes son vecinos de uno y otro lado de la calle Eskalantegi, línea divisoria entre Pasai Antxo y el barrio donostiarra.
Como es habitual, y germen de tantas otras compañías, todo comenzó por la inquietud de padres y madres que veían desfilar a sus hijos mirando los toros desde la barrera, con ganas de vivir la fiesta en primera persona. “Teníamos la espinita clavada, algo había que hacer”, sonríe Anabelén Fernández, exalumna del centro.
Y así empezaron hace cuatro años a darle forma al proyecto, con 60 integrantes, el mínimo que exige la normativa para formar una compañía. El viento no ha dejado de soplar a favor desde entonces y así ha ido creciendo el número de adhesiones, hasta alcanzar este año casi el centenar de participantes. “En realidad, el 60% de quienes desfilamos tenemos residencia en la capital guipuzcoana, pero hacemos vida en Antxo”, dice el donostiarra Gorka Etxenike que, con cambiar de acera, ya ha dejado atrás el barrio.
La cuenta atrás ya ha comenzado y se adivinan las ganas de fiesta. La Anunciata es una de las compañías más jóvenes de cuantas tienen marcado en rojo en la agenda durante todo el año el 20 de enero. El encuentro con los fundadores de la asociación, que nació al calor del 75º aniversario del colegio, tiene lugar en una cafetería de Pasaia. Acude a la cita Lorena Rodríguez, la más joven del grupo que, con 18 años, apuesta por fortalecer el vínculo con el centro escolar en el que se ha formado. “Siempre me ha gustado salir en la tamborrada. Es una tradición familiar y nunca hemos faltado. Ahora, con la mayoría de edad, no me lo ha pensado dos veces para estrenarme”, dice sonriente.
Al encuentro acuden también Karol Valbuena, Txetxo Bruña y la docente Leire Salas, artífices de esta popular iniciativa. La cita tiene lugar poco antes de que comience el ensayo general en el frontón Ibaiondo de Antxo, para lo cual cuentan con el beneplácito del Ayuntamiento de Pasaia. La fiesta donostiarra por antonomasia se convierte así en un modelo de colaboración municipal. “La idea es hacer piña entre todos. Conocernos más, convivir y facilitar el acercamiento”, subrayan los promotores.
Los recursos económicos no sobran, pese a lo cual cobran solo una cuota de 60 euros, lejos de las elevadas partidas en otras compañías. Lo importante es la diversión. “Durante el recorrido nos juntamos con otras compañías de Altza para convertir el barrio en un lugar en el que disfrutar de la fiesta sin necesidad de desplazarse a la ciudad”. Para próximas ediciones, tienen en mente organizar algún que otro concierto e instalar una txozna para que la fiesta donostiarra se viva en el barrio periférico con tanta intensidad como en el centro.