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En el albergue de Tolosa, como en casa

Doce niños y niñas saharauis pasan los meses de verano en una casa cedida por el Ayuntamiento de Tolosa

En el albergue de Tolosa, como en casaMarta San Sebastián

Los niños y niñas saharauis que pasan el verano entre nosotros ya se han hecho con su nueva casa. En Tolosa se ubica el único albergue de Gipuzkoa que ofrece mucho más que un techo a los menores a los que no ha sido posible encontrar una familia de acogida. Juegos, tareas del hogar, revisiones médicas y salidas. Así es el día a día en esta casa del barrio San Esteban donde desde el 29 de junio ondean la bandera saharaui y la ikurriña.

Un total 22 escolares pasan el periodo estival en Tolosaldea, doce de ellos en el albergue y otros diez en familias de acogida. “Hay varios factores que explican el descenso estos últimos años de las familias. Las condiciones del Frente Polisario no ayudan, pero en nuestra sociedad cada vez cuesta más hacer algo de forma altruista y activar a la gente por una causa”, manifiesta Elixabet Eizagirre, coordinadora del programa Oporrak bakean de Gipuzkoa, que convive las 24 horas con los menores saharauis en el albergue, junto a otros tres monitores de nacionalidad saharaui. Sin embargo, a pesar de reunir suficientes familias de acogida, el albergue es siempre necesario. Así lo cree Elixabet: “Hay niños que no se adaptan a las familias o viceversa y en grupo la convivencia suele ser más fácil”.

El primer albergue de Gipuzkoa se puso en marcha en Brinkola, después en Ibarra y estos tres últimos años los menores han sido atendidos en el Apaizetxea de Amasa. Este año, por las obras que se están llevando a cabo al lado de edificio, no ha sido posible recibirlos en Amasa y a marchas forzadas tuvieron que buscar otro emplazamiento. “El Ayuntamiento de Tolosa nos cedió esta casa y nosotros estamos muy cómodos porque estamos a pocos metros del centro de Tolosa, con todo a mano, pero ellos se sienten un poco encerrados, porque no pueden salir fuera a andar con las bicicletas y los patines. Se acuerdan tanto de Amasa, que en fiestas de Villabona los mayores subieron para comprobar que estaba de obras”, reconoce Elixabet.

Aunque las actividades relacionadas con el agua son las que más les gustan, los menores saharauis también acuden al parque, recogen todos los días los excedentes de comida que les dejan en Eroski, realizan salidas a otros pueblos y se implican en las tareas del hogar. Las revisiones médicas son obligadas. “Dos chavales han sido operados y casi todos han pasado por especialistas, sobre todo sufren de oídos y ojos. Para ellos pasar aquí el verano supone mucho más que unas vacaciones”, concluye Elixabet.