En 1858 nacía en Tolosa de casualidad la primera fábrica de boinas del Estado a manos de Antonio Elosegui. El ilustre tolosarra fue alcalde del municipio y trabajó durante varios años en el Ayuntamiento. Era un hombre adinerado, formado en el extranjero y uno de los primeros en intentar impulsar el cooperativismo con los baserritarras. Muy conocido en el pueblo, llegó a comprar un monte a pocos kilómetros de la localidad, en el que plantó cerca de 3.000 manzanos para que gestionaran los baserritarras.
Cursó sus estudios en Suiza y Alemania, y cuando volvió a Tolosa lo hizo con las ideas claras. Consciente de la fuerza que tomaba el mundo textil en plena industrialización, estaba decidido a formar parte de aquella evolución, y comenzó por fabricar calcetines. Al fin y al cabo, ¿quién no vestía calcetines? Al poco pensó en las boinas, en Europa comenzaban a tomar fuerza, y no había nadie que las fabricara en España. Así nació la fábrica La Casualidad frabricante de Boinas, después conocida como Nietos de Antonio Elosegui y actualmente denominada Boinas Elosegui.
En 1958 vendían en torno a las 50 boinas diarias y el negocio despuntó a principios del siglo XX, época en la que la boina era una prenda obligada, llegando a vender 3.000 boinas diarias y dando trabajo a más de 300 personas. Hoy en día Boinas Elosegui es el último fabricante aún en el negocio a nivel estatal y vende de media en torno a 600 unidades diarias, 120.00 boinas al año.
La empresa sigue siendo de origen familiar. De un modo romántico. Ninguno de los descendientes del ilustre tolosarra forma parte de la plantilla, actualmente son 16 los empleados de la fábrica, pero siguen colaborando para que el legado de Antonio Elosegui no desaparezca.
Los tiempos cambian, las modas vienen y van, pero la maquinaria destinada a fabricar boinas apenas evoluciona. La técnica fue definida hace 160 años, el producto no cambia, la máquina cambia poco. El peso de la mejora productiva cae sobre los trabajadores que cada día se sientan en su puesto, o se pasean entre procesos, y trabajan para incorporar las novedades que el mundo textil les pueda proporcionar. Y es que el proceso de confección de las Boinas Elosegui puede considerarse a día de hoy casi artesanal. Con máquinas de principios de siglo, las txalepas llegan a la empresa en forma de bobinas de hilo de lana. Hay que tejerlas, enfiltrarlas, teñirlas, hornarlas para alisarlas, percharlas para quitarles los pelos, fundirlas para unificar la lana, forrarlas y etiquetarlas para después distribuirlas.
Las boinas de Elosegui se producen en Tolosa de principio a fin, antes de salir a ver mundo. No hay lugar que no hayan visitado. El mercado militar históricamente abrió las puertas a un producto que no siempre y no en todas partes fue popular entre la población civil. La moda joven está dando un giro en la actualidad, y la emblemática empresa ve en la moda la oportunidad de mantenerse en el mapa.
Hará un par de años comenzaron a integrar en sus diseños tradicionales adornos, juegos de colores y texturas flexibles. Porque a día de hoy las mujeres parecen estar más dispuestas a innovar y probar nuevos complementos. Incluso parecen tener el suficiente poder de convicción para con sus allegados. La boina ya no es lo que era, las txapelas vienen en catálogo.