Donostia. "Era el más culto, ¡sabía francés! Y tenía ese bigote y novia. ¡Era un tío completo!" Con su gracia habitual, el cocinero Karlos Arguiñano fue uno de los que se dirigió ayer al público congregado en el salón de plenos del Ayuntamiento donostiarra desde una pantalla para explicar por qué Pedro Subijana es el Tambor de Oro de este año. "Hace tiempo que se propuso ser el número uno; ha sudado sangre y lo ha conseguido, es el más grande, es un tambor de oro, oro", añadió Martín Berasategui. Ellos dos, junto a otras dos docenas de grandes cocineros y familiares de Subijana acompañaron ayer al homenajeado, también en persona.

El solemne acto del día de San Sebastián para entregar el Tambor de Oro de la ciudad arrancó a las 12.30 horas, justo después del inicio de la Tamborrada Infantil, cuyos redobles se dejaban oír en un salón de plenos repleto. Además de autoridades, amigos y otros poseedores del Tambor de Oro, los compañeros de profesión del galardonado asomaban por uno de los balcones y prometían una sorpresa.

Subijana entró al salón acompañado por el alcalde, Juan Karlos Izagirre, mientras los tambores y barriles de la Unión Artesana sonaban al ritmo de la Diana interpretada por la banda municipal de txistularis. El acto comenzó con el vídeo en el que, además de las palabras de cocineros y familiares, el propio Subijana repasaba su trayectoria profesional, desde que decidió acudir a la escuela de hostelería de Madrid: "Empecé a sacar las mejores notas de mi vida". Después llegó Luis Irizar, Zarautz, Hernani... y el Akelarre. "Empezamos haciendo menús del día", explicó Félix Etxabe, que lleva en el restaurante de Igeldo más que el propio Subijana. Después llegó la nueva cocina vasca... "No fue ni rápido, ni fácil. Algunos pensaban que nos íbamos a cargar la tradición", confesó el galardonado. Pero triunfó. "Si nos dan el premio Nobel, no estaríamos tan contentos", apuntó su mujer, Ada Pinter. El vídeo concluyó con un "Zorionak aitatxi!" que le dedicaron sus tres nietos, vestidos de cocineros.

Metáfora del 2016 El encargado de hacer la presentación oficial del cocinero fue el también Tambor de Oro Iñaki Gabilondo, que destacó que Subijana ha conseguido "la unanimidad en el afecto, y eso, en estos tiempos, es una hazaña". "Tiene las raíces muy bien clavadas en la tierra y las ramas muy altas en el cielo", afirmó. "Te han tenido que dar el Tambor de Oro para que te enteres de lo que es la tamborrada, porque siempre has estado trabajando. Te sientes más cómodo a la sombra, pero los focos te tienen que apuntar", añadió Gabilondo, que consideró que Subijana es "una metáfora del 2016". "¿Qué queremos ser? Lo que Pedro ha logrado. Eres el símbolo de lo mejor de nosotros".

La solemnidad del acto se rompió unos minutos después. Bajo el mando de Ramón Roteta, dos docenas de los mejores chefs vascos entraron en el salón de plenos, sartenes, cazos, cucharones y espumaderas en mano, con sus chaquetas blancas, sonriendo y coreando Gure Pedro, gure Pedro, Urrezko Danbor berria! una y otra vez. El oiartzuarra Hilario Arbelaitz fue el primero en tomar la palabra para dedicar un bertso al galardonado: "Danbolin hori ez da inondik urria", le recordó, y felicitó al "amigo, maestro y gran artista". José Juan Castillo también le dedicó unas palabras antes de que Arguiñano se acercara al micro. El beasaindarra entonó una canción que no pudo terminar: "Ay, se me ha olvidado, es que estoy muy nervioso", bromeó, y arrancó las risas de los congregados. "Como hay niños, voy a contar un chiste de Jaimito", decidió. Entre uno y otro, los cocineros, muy animados, repitieron el estribillo que, por último, Roteta hizo corear también al público antes de despedirse. Antes, tuvo tiempo de atreverse con unos pasos de baile con el homenajeado.

Entrega "Es difícil hablar después de esto, pero lo haré con gusto", continuó Izagirre, el siguiente en tomar la palabra siguiendo el protocolo de la entrega del galardón. "Donostia está de moda porque siguen existiendo personas que con buen hacer se convierten en embajadores de la ciudad", declaró, al tiempo que añadió que, con este tambor, además de la gastronomía se premia también la innovación, investigación y la cultura. También destacó que Subijana, a pesar de haber llegado lejos, siempre ha estado dispuesto a hacer favores a los de alrededor "y eso dice mucho de una persona". "Que el premio sea para que sigas trabajando duro y con la misma fuerza", concluyó el alcalde.

Por fin, llegó la hora de que Subijana subiera al estrado y recibiera de manos de Izagirre el preciado tambor, que alzó con las dos manos a modo de trofeo, emocionado mientras sonaban las notas de Iriyarena. Aunque las sorpresas no acabaron ahí, porque desde el público se acercó otro Tambor de Oro, Ainhoa Arteta: "Yo no sé hablar mucho, solo sé cantar, por eso te canto esta Marcha de San Sebastián desde lo más profundo de mi alma hasta lo más profundo de la tuya". La voz de la soprano hizo vibrar al público, puesto en pie.

Dos familias "Después de tantas emociones no sé si puedo decir algo, más que agradecer y agradecer", arrancó su discurso el cocinero, que tomó la palabra después de la kontrapasa de honor que le dedicó Jon Maya. Tuvo palabras para Pepe Dioni, que propuso su candidatura como Tambor de Oro, para su maestro Luis Irizar, compañeros de profesión y para sus dos familias, "la del restaurante y la de casa", y reconoció que su trabajo le sigue apasionando: "¡No me vais a retirar!". "Me siento muy contento y orgulloso de ser donostiarra y lamento profundamente no haber podido salir antes en la tamborrada, ¡pero este año me estoy hartando!", bromeó, antes de concluir con nuevos agradecimientos y con un "Donosti bat bakarra munduan".

El acto concluyó con los sones de nuevo de la Marcha de San Sebastián, esta vez coreada por todo el público, y con la tradicional foto de familia, en la que sus familiares, amigos y cocineros acompañaron al galardonado y a las autoridades.